jueves, 7 de octubre de 2010

MORIRÉ ANTES DE TIEMPO POR ESTÚPIDO O POLITICAMENTE INCORRECTO

Me moriré antes de lo que debía ser por políticamente incorrecto o quizás por estúpido. ¡Quien sabe! Y quizás tendría hasta que ponerle una demanda a mis padres si estuvieran vivos o si me lo pienso mucho al estado como responsable civil subsidiario porque si muero antes de lo que debía es por culpa suya.
Me he pasado la vida comiendo con azúcar, disfrutando desde niño las golosinas y la bollería, agregándole sal a las comidas, saboreando la deliciosa grasa de la carne de cerdo, hartándome de rojas carnes de cadáveres animales, bebiendo vino y otras sustancias etílicas de mayor graduación, fumando puros o cigarrillos negros, cometiendo el sacrilegio de beber leche entera, degustando el pan con mantequilla al punto de sal, las fritangas y bocadillos, excitándome con el café puro y sin descafeinar, bebiendo el agua del grifo o de la fuente (¡Que delicia!).
He cometido el sacrilegio de dormir siestas, de hacer poco ejercicio apenas la vida me lo permitió o de pasar malas noches. He permanecido horas que suman años tumbado en una cama mientras me entontecía leyendo libros de literatura, filosofía e historia. Otra cantidad similar la he dedicado a oir música mientras no usaba unos auriculares para hacer deporte a la vez. He dedicado años a estar sentado escribiendo cosas que quizás nadie lea.
Durante años salí de cacería de sexo por las noches, a veces por las tardes e incluso por las mañanas. Reconozco que me he ido de putas y que con ellas he pasado momentos inolvidables en otras latitudes.
He maltratado el gusto que debí cultivar y democraticé mis preferencias o las he reducido incluyendo solamente a las altas, las bajitas, las gordas, las flacas, las rellenitas, las morenas, las rubias, las pelirrojas, las negras, las blancas, las chinas y las mulatas, las ricas, las pobres y las de clase media.
Más tarde las extendí a los diversos niveles culturales y si no lo he extendido a mi propio sexo es porque ya no me da tiempo para si la experiencia es satisfactoria cultivarla.
En resumen, que me gusta beber, que fumo, como con grasa, bebo el café expreso, me encantan las carnes rojas y aún a mi edad disfruto cuando veo un cuerpo joven y si lo tomo mucho más aún.
Dicho esto he decidido que como no me arrepiento de vivir como he vivido ni pienso cambiar no haré ninguna reclamación a nadie aunque me vaya a morir antes de tiempo. Pueden estar tranquilos.
DERALTE 

http://lacomunidad.elpais.com/deralte/2010/10/6/morire-antes-tiempo-estupido-o-politicamente-incorrecto

miércoles, 6 de octubre de 2010

LA SOCIEDAD DE CONSUMO, ESTÁ CONSUMIENDO EL PLANETA



La parranda aturde y nubla la mirada; esta gran borrachera universal parece no tener límites en el tiempo ni en el espacio. Pero la cultura de consumo suena mucho, como el tambor, porque está vacía; y a la hora de la verdad, cuando el estrépito cesa y se acaba la fiesta, el borracho despierta, solo, acompañado por su sombra y por los platos rotos que debe pagar.
La expansión de la demanda choca con las fronteras que le impone el mismo sistema que la genera. El sistema necesita mercados cada vez más abiertos y más amplios, como los pulmones necesitan el aire, y a la vez necesita que anden por los suelos, como andan, los precios de las materias primas y de la fuerza humana de trabajo. El sistema habla en nombre de todos, a todos dirige sus imperiosas órdenes de consumo, entre todos difunde la fiebre compradora; pero ni modo: para casi todos esta aventura comienza y termina en la pantalla del televisor. La mayoría, que se endeuda para tener cosas, termina teniendo nada más que deudas para pagar deudas que generan nuevas deudas, y acaba consumiendo fantasías que a veces materializa delinquiendo.
El derecho al derroche, privilegio de pocos, dice ser la libertad de todos. Dime cuánto consumes y te diré cuánto vales. Esta civilización no deja dormir a las flores, ni a las gallinas, ni a la gente. En los invernaderos, las flores están sometidas a luz continua, para que crezcan más rápido. En la fábricas de huevos, las gallinas también tienen prohibida la noche. Y la gente está condenada al insomnio, por la ansiedad de comprar y la angustia de pagar. Este modo de vida no es muy bueno para la gente, pero es muy bueno para la industria farmacéutica.
EE.UU. consume la mitad de los sedantes, ansiolíticos y demás drogas químicas que se venden legalmente en el mundo, y más de la mitad de las drogas prohibidas que se venden ilegalmente, lo que no es moco de pavo si se tiene en cuenta que EE.UU. apenas suma el cinco por ciento de la población mundial.
«Gente infeliz, la que vive comparándose», lamenta una mujer en el barrio del Buceo, en Montevideo. El dolor de ya no ser, que otrora cantara el tango, ha dejado paso a la vergüenza de no tener. Un hombre pobre es un pobre hombre. «Cuando no tenés nada, pensás que no valés nada», dice un muchacho en el barrio Villa Fiorito, de Buenos Aires. Y otro comprueba, en la ciudad dominicana de San Francisco de Macorís: «Mis hermanos trabajan para las marcas. Viven comprando etiquetas, y viven sudando la gota gorda para pagar las cuotas».
Invisible violencia del mercado: la diversidad es enemiga de la rentabilidad, y la uniformidad manda. La producción en serie, en escala gigantesca, impone en todas partes sus obligatorias pautas de consumo. Esta dictadura de la uniformización obligatoria es más devastadora que cualquier dictadura del partido único: impone, en el mundo entero, un modo de vida que reproduce a los seres humanos como fotocopias del consumidor ejemplar.
El consumidor ejemplar es el hombre quieto. Esta civilización, que confunde la cantidad con la calidad, confunde la gordura con la buena alimentación. Según la revista científica The Lancet, en la última década la «obesidad severa» ha crecido casi un 30 % entre la población joven de los países más desarrollados. Entre los niños norteamericanos, la obesidad aumentó en un 40% en los últimos dieciséis años, según la investigación reciente del Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Colorado. El país que inventó las comidas y bebidas light, los diet food y los alimentos fat free, tiene la mayor cantidad de gordos del mundo. El consumidor ejemplar sólo se baja del automóvil para trabajar y para mirar televisión. Sentado ante la pantalla chica, pasa cuatro horas diarias devorando comida de plástico.
Triunfa la basura disfrazada de comida: esta industria está conquistando los paladares del mundo y está haciendo trizas las tradiciones de la cocina local. Las costumbres del buen comer, que vienen de lejos, tienen, en algunos países, miles de años de refinamiento y diversidad, y son un patrimonio colectivo que de alguna manera está en los fogones de todos y no sólo en la mesa de los ricos. Esas tradiciones, esas señas de identidad cultural, esas fiestas de la vida, están siendo apabulladas, de manera fulminante, por la imposición del saber químico y único: la globalización de la hamburguesa, la dictadura de la fast food. La plastificación de la comida en escala mundial, obra de McDonald’s, Burger King y otras fábricas, viola exitosamente el derecho a la autodeterminación de la cocina: sagrado derecho, porque en la boca tiene el alma una de sus puertas.
El campeonato mundial de fútbol del 98 nos confirmó, entre otras cosas, que la tarjeta MasterCard tonifica los músculos, que la Coca-Cola brinda eterna juventud y que el menú de McDonald’s no puede faltar en la barriga de un buen atleta. El inmenso ejército de McDonald’s dispara hamburguesas a las bocas de los niños y de los adultos en el planeta entero. El doble arco de esa M sirvió de estandarte, durante la reciente conquista de los países del Este de Europa. Las colas ante el McDonald’s de Moscú, inaugurado en 1990 con bombos y platillos, simbolizaron la victoria de Occidente con tanta elocuencia como el desmoronamiento del Muro de Berlín.
Un signo de los tiempos: esta empresa, que encarna las virtudes del mundo libre, niega a sus empleados la libertad de afiliarse a ningún sindicato. McDonald’s viola, así, un derecho legalmente consagrado en los muchos países donde opera. En 1997, algunos trabajadores, miembros de eso que la empresa llama la Macfamilia, intentaron sindicalizarse en un restorán de Montreal en Canadá: el restorán cerró. Pero en el 98, otros empleados e McDonald’s, en una pequeña ciudad cercana a Vancouver, lograron esa conquista, digna de la Guía Guinness.
Las masas consumidoras reciben órdenes en un idioma universal: la publicidad ha logrado lo que el esperanto quiso y no pudo. Cualquiera entiende, en cualquier lugar, los mensajes que el televisor transmite. En el último cuarto de siglo, los gastos de publicidad se han duplicado en el mundo. Gracias a ellos, los niños pobres toman cada vez más Coca-Cola y cada vez menos leche, y el tiempo de ocio se va haciendo tiempo de consumo obligatorio. Tiempo libre, tiempo prisionero: las casas muy pobres no tienen cama, pero tienen televisor, y el televisor tiene la palabra. Comprado a plazos, ese animalito prueba la vocación democrática del progreso: a nadie escucha, pero habla para todos. Pobres y ricos conocen, así, las virtudes de los automóviles último modelo, y pobres y ricos se enteran de las ventajosas tasas de interés que tal o cual banco ofrece.
Los expertos saben convertir a las mercancías en mágicos conjuntos contra la soledad. Las cosas tienen atributos humanos: acarician, acompañan, comprenden, ayudan, el perfume te besa y el auto es el amigo que nunca falla. La cultura del consumo ha hecho de la soledad el más lucrativo de los mercados. Los agujeros del pecho se llenan atiborrándolos de cosas, o soñando con hacerlo. Y las cosas no solamente pueden abrazar: ellas también pueden ser símbolos de ascenso social, salvoconductos para atravesar las aduanas de la sociedad de clases, llaves que abren las puertas prohibidas. Cuanto más exclusivas, mejor: las cosas te eligen y te salvan del anonimato multitudinario. La publicidad no informa sobre el producto que vende, o rara vez lo hace. Eso es lo de menos. Su función primordial consiste en compensar frustraciones y alimentar fantasías: ¿En quién quiere usted convertirse comprando esta loción de afeitar?
El criminólogo Anthony Platt ha observado que los delitos de la calle no son solamente fruto de la pobreza extrema. También son fruto de la ética individualista. La obsesión social del éxito, dice Platt, incide decisivamente sobre la apropiación ilegal de las cosas. Yo siempre he escuchado decir que el dinero no produce la felicidad; pero cualquier televidente pobre tiene motivos de sobra para creer que el dinero produce algo tan parecido, que la diferencia es asunto de especialistas.
Según el historiador Eric Hobsbawm, el siglo XX puso fin a siete mil años de vida humana centrada en la agricultura desde que aparecieron los primeros cultivos, a fines del paleolítico. La población mundial se urbaniza, los campesinos se hacen ciudadanos. En América Latina tenemos campos sin nadie y enormes hormigueros urbanos: las mayores ciudades del mundo, y las más injustas. Expulsados por la agricultura moderna de exportación, y por la erosión de sus tierras, los campesinos invaden los suburbios. Ellos creen que Dios está en todas partes, pero por experiencia saben que atiende en las grandes urbes. Las ciudades prometen trabajo, prosperidad, un porvenir para los hijos. En los campos, los esperadores miran pasar la vida, y mueren bostezando; en las ciudades, la vida ocurre, y llama. Hacinados en tugurios, lo primero que descubren los recién llegados es que el trabajo falta y los brazos sobran, que nada es gratis y que los más caros artículos de lujo son el aire y el silencio.
Mientras nacía el siglo XIV, fray Giordano da Rivalto pronunció en Florencia un elogio de las ciudades. Dijo que las ciudades crecían «porque la gente tiene el gusto de juntarse». Juntarse, encontrarse. Ahora, ¿quién se encuentra con quién? ¿Se encuentra la esperanza con la realidad? El deseo, ¿se encuentra con el mundo? Y la gente, ¿se encuentra con la gente? Si las relaciones humanas han sido reducidas a relaciones entre cosas, ¿cuánta gente se encuentra con las cosas?
El mundo entero tiende a convertirse en una gran pantalla de televisión, donde las cosas se miran pero no se tocan. Las mercancías en oferta invaden y privatizan los espacios públicos. Las estaciones de autobuses y de trenes, que hasta hace poco eran espacios de encuentro entre personas, se están convirtiendo ahora en espacios de exhibición comercial.
El shopping center, o shopping mall, vidriera de todas las vidrieras, impone su presencia avasallante. Las multitudes acuden, en peregrinación, a este templo mayor de las misas del consumo. La mayoría de los devotos contempla, en éxtasis, las cosas que sus bolsillos no pueden pagar, mientras la minoría compradora se somete al bombardeo de la oferta incesante y extenuante. El gentío, que sube y baja por las escaleras mecánicas, viaja por el mundo: los maniquíes visten como en Milán o París y las máquinas suenan como en Chicago, y para ver y oír no es preciso pagar pasaje. Los turistas venidos de los pueblos del interior, o de las ciudades que aún no han merecido estas bendiciones de la felicidad moderna, posan para la foto, al pie de las marcas internacionales más famosas, como antes posaban al pie de la estatua del prócer en la plaza. Beatriz Solano ha observado que los habitantes de los barrios suburbanos acuden al center, al shopping center, como antes acudían al centro. El tradicional paseo del fin de semana al centro de la ciudad, tiende a ser sustituido por la excursión a estos centros urbanos. Lavados y planchados y peinados, vestidos con sus mejores galas, los visitantes vienen a una fiesta donde no son convidados, pero pueden ser mirones. Familias enteras emprenden el viaje en la cápsula espacial que recorre el universo del consumo, donde la estética del mercado ha diseñado un paisaje alucinante de modelos, marcas y etiquetas.
La cultura del consumo, cultura de lo efímero, condena todo al desuso mediático. Todo cambia al ritmo vertiginoso de la moda, puesta al servicio de la necesidad de vender. Las cosas envejecen en un parpadeo, para ser reemplazadas por otras cosas de vida fugaz. Hoy que lo único que permanece es la inseguridad, las mercancías, fabricadas para no durar, resultan tan volátiles como el capital que las financia y el trabajo que las genera. El dinero vuela a la velocidad de la luz: ayer estaba allá, hoy está aquí, mañana quién sabe, y todo trabajador es un desempleado en potencia. Paradójicamente, los shoppings centers, reinos de la fugacidad, ofrecen la más exitosa ilusión de seguridad. Ellos resisten fuera del tiempo, sin edad y sin raíz, sin noche y sin día y sin memoria, y existen fuera del espacio, más allá de las turbulencias de la peligrosa realidad del mundo.
Los dueños del mundo usan al mundo como si fuera descartable: una mercancía de vida efímera, que se agota como se agotan, a poco de nacer, las imágenes que dispara la ametralladora de la televisión y las modas y los ídolos que la publicidad lanza, sin tregua, al mercado. Pero, ¿a qué otro mundo vamos a mudarnos? ¿Estamos todos obligados a creernos el cuento de que Dios ha vendido el planeta unas cuantas empresas, porque estando de mal humor decidió privatizar el universo? La sociedad de consumo es una trampa cazabobos. Los que tienen la manija simulan ignorarlo, pero cualquiera que tenga ojos en la cara puede ver que la gran mayoría de la gente consume poco, poquito y nada necesariamente, para garantizar la existencia de la poca naturaleza que nos queda. La injusticia social no es un error a corregir, ni un defecto a superar: es una necesidad esencial. No hay naturaleza capaz de alimentar a un shopping center del tamaño del planeta.


La explosión del consumo en el mundo actual mete más ruido que todas las guerras y arma más alboroto que todos los carnavales. Como dice un viejo proverbio turco, quien bebe a cuenta, se emborracha el doble.

Por Eduardo Galeano - Visiones

Mi madre podría ser mi abuela


Las parejas retrasan aún más la edad de tener su primer bebé - Los psicólogos advierten de los riesgos de un "abismo generacional" entre padres e hijos

JOSEP GARRIGA 06/10/2010
Joan asistió la semana pasada en Barcelona a su última clase de preparación al parto. Su mujer, Silvia, sale de cuentas dentro de tres semanas. Tendrán una niña que se llamará Valèria. Joan y Silvia tienen 30 años, pero eran los más jóvenes en el cursillo porque el resto de las parejas se asomaba a los 40. Sin embargo, ambos responden al mismo patrón español. La edad para tener el primer hijo se situó en 2008 -el último dato registrado- en los 29,3 años. Sin embargo, dos décadas antes, en 1988, era de tres años menos (26,3). Y esta tendencia no tiene visos de quebrarse, al menos entre la población española autóctona.

No existe un patrón de patologías entre los nacidos de progenitores añosos
Los expertos recomiendan marcar los roles y poner límites
"A las parejas mayores los críos les pillan cansados", dice un especialista
La empatía disminuye cuanto mayor es la diferencia de edad
Perder el referente del padre puede ocasionar un trauma a los niños
La principal razón para tener un hijo ha de ser el amor y el deseo de la pareja
Entre las razones de este cambio las hay económicas y sociales pero también científicas: los progresos en las técnicas de fecundación in vitro han provocado que muchas mujeres retrasen hasta bien entrada la treintena la edad para tener su primer hijo para así poder desarrollar antes su carrera profesional. Si antes los hijos se daban por supuestos en un matrimonio -como una consecuencia lógica- ahora tener hijos se planifica.
De esta manera, cuando Valèria se asome a la edad adolescente, sus padres rondarán los cuarenta y pico. Una edad más o menos ideal, según los expertos, para conectar y educar mejor a los hijos. En cambio, hace apenas dos semanas, el histórico diputado de Convergència i Unió Josep Sánchez Llibre fue padre a los 60 años. El diputado se acercará a los 80 cuando Daniela, su hija, empiece a salir por las noches de juerga.
¿Es bueno o pernicioso ese salto de edad entre padres e hijos? ¿Cuál es el lapso de años perfecto? Una distancia generacional se considera idónea por los expertos porque ayuda a subrayar el rol de cada uno y a mantener el principio de autoridad. Pero esa diferencia no debe ser un "abismo", como advierte el psicólogo barcelonés Joseph Knobel Freud. "El adolescente que necesita enfrentarse a su padre, echarle un pulso porque una noche quiere irse de copas, resulta que se va a encontrar con un abuelo, porque su padre tiene 60 años o más. Y con esa diferencia de edad la conectividad generacional es menor", comenta.
Knobel explica que hace apenas unos días tuvo que atender en su consulta a un padre de cerca de 50 años y a su hijo. El chaval le había dado un empujón al padre hasta hacerle perder el equilibrio y caer, porque este le agarró por el brazo para llevarle por la fuerza al instituto. "Es que ya no tengo la fuerza de antes", se lamentó el progenitor. Y este episodio puede extrapolarse a experiencias de carácter menor, como el simple hecho de enseñar a montar en bicicleta, que a veces obliga a doblar el espinazo y mantener un ritmo acelerado. "Es que les pilla cansados", argumenta Knobel. Y este alejamiento puede agrandarse, por ejemplo, con las nuevas tecnologías o las redes sociales, porque los padres mayores desconocen todo este nuevo mundo de facebook, ipod o consolas de juegos interactivos.
El psicólogo Pere Font, director del Instituto de Estudios de la Sexualidad y la Pareja, tiene 54 años. Es padre de una niña de 11 y no cree que su edad le suponga una desventaja, tanto en su caso como en el resto, para educar a los hijos, aunque admite, como su colega, que carece de las energías de la juventud. "Quizá me ha pillado más cansado y, por supuesto, no voy a levantarme a las siete de la mañana un domingo para irme de excursión o a jugar a la pelota en la playa, pero puedo enseñarle a jugar a las damas o al ajedrez. A colonias y a la playa puede ir con sus amigas".
Hay dos factores que aportan madurez a la hora de la educación de los hijos. El primero, haber tenido otro con anterioridad. Y el segundo, la experiencia que se adquiere con la edad. Eso no impide que, en algunas ocasiones, se cometan los mismos errores y se reproduzca una serie de patrones de comportamiento con los hijos que los padres se prometieron no repetir. "Es que los padres, sea cual sea su edad, reproducen en la educación de los hijos la manera en que ellos fueron educados. Son surcos marcados en el subconsciente. No repites la manera de educar, que sería sintomático, pero tampoco innovas mucho", avisa Joseph Knobel. Y lo ejemplifica en el tipo de castigos.
Lo difícil, según los psicólogos, es poner límites a los hijos. Y según el psicólogo Font, explicando su propia experiencia, a edades avanzadas se es más flexible, lo que no tiene por qué ser un inconveniente. "Las broncas con mi hija no aparecen por cualquier cosa. Y si surgen nos sentamos y hablamos. Creo que mi hija ha tenido una gran suerte al tener unos padres que han corrido mucho en la vida, que han cometido errores y que ven las cosas desde otra perspectiva".
"No existe un patrón de patologías comunes", añade Knobel Freud, "en los hijos con padres mayores. La gran patología es la falta de límites que quizá cuanto mayor es el padre más difícil es marcarlos. Hay que poner a cada uno en su sitio y remarcar la diferencia generacional. Tú eres el hijo y yo soy el padre, no somos dos amigos. Pero también creo que es algo común al resto de la sociedad actual".
A fin de imponer esa autoridad y fijar barreras infranqueables, una buena salida pasa por educar a los hijos en la cultura del esfuerzo, más enraizada en los padres de más edad y no tanto en los jóvenes. Sin embargo, no es una formación sencilla porque muchas parejas la confunden con la cultura del trueque, es decir, "tendrás una moto si apruebas los exámenes", cuando lo fundamental es estudiar para aprender, no para obtener una recompensa material o económica. "Lo importante es saber valorar lo que uno realiza", puntualiza Knobel.
La experiencia es fundamental para el quehacer diario. "Unos padres jóvenes son más nerviosos. Solo hay que fijarse en las urgencias de los hospitales, están plagadas de parejas jóvenes con los niños. Cuando eres mayor no llevas al chaval a urgencias por una mancha en la mano", comenta Font.
Pero ser padre a una edad avanzada presenta un serio inconveniente estadístico. Y aunque el argumento pueda resultar funesto, es clarísimo: por ley de vida la gente mayor se muere antes que la joven. Y perder esos referentes puede producir un grave trauma en los niños. "Si eres mayor puedes acudir al entierro de uno de tus progenitores con tu esposa, con tus hijos y con amigos de toda la vida. Es menos pesado sobrellevarlo de esta manera. Pero un adolescente, ¿qué hace? ¿Se presenta al instituto diciendo que se le ha muerto el padre?", reflexiona Knobel, quien recuerda que la edad de la pareja es un factor de idoneidad para adoptar un niño.
Es tan importante, en este sentido, el referente del padre como el de los abuelos, circunstancia que se perderán los hijos con progenitores de avanzada edad. La relación intergeneracional abuelos-nietos es primordial para el desarrollo del niño, coinciden los psicólogos, no solo porque se establece una conexión muy particular sino también por el hecho de que a veces pueden hacer de canguros y liberar a los padres durante un día o noche de esa pesada tarea. No obstante, en la sociedad actual se abusa de la figura del abuelo-canguro, que siempre es perniciosa. "Los padres han de comprar los libros, los abuelos las chuches", comenta Joseph Knobel.
Este psicólogo apunta otro factor que, en ocasiones, pasa inadvertido y que tampoco es tenido en cuenta, señala, por muchos ginecólogos a la hora de efectuar fecundaciones in vitro a edades avanzadas. Y es el hecho de poder amamantar al bebé, que en ciertas edades es fisiológicamente imposible. "Ese cuerpo a cuerpo del niño con la madre es fundamental para el psiquismo infantil", recuerda.
En cualquier caso, la principal razón para tener un hijo es el deseo, señalan los expertos. Y ese amor es el que deben transmitir los padres a sus hijos independientemente de su edad. Pero siempre hay que tener en cuenta si ese deseo es personal o compartido con la pareja o, en cambio, obedece a un rol social o a cierta presión familiar. "Cuando una mujer soltera viene a mi consulta y me comenta que quiere adoptar un bebé lo primero que le pregunto es si se lo ha dicho a sus padres", admite Knobel Freud. Y concluye: "Hay que acabar con el mito de que tener hijos es maravilloso. Quizá sí, pero es muy duro, difícil y complicado".

"Menos flores de balcón y más plantas medicinales"

Josep Pàmies, payés, impulsor del movimiento Dulce Revolución

IMA SANCHÍS  - 06/10/2010

62 años. Soy de Balaguer. Casado, 2 hijos y casi ya 2 nietas. Mi aspiración es el socialismo, no lo que conocemos, y la autogestión e independencia de mi país, Catalunya, aunque sea en castellano: lo esencial es entenderse. Creo en algo que nos trasciende, pero no en las religiones

¿Qué le ha enseñado la tierra?

Todo. La tierra es el origen, y por tanto cuando no la he escuchado me he perjudicado a mí mismo y a mis tierras. Cuando por fin comprendí que era un ser vivo y la he tratado como tal, han mejorado mis ingresos, mi salud y la de mis hijos.

¿Fue presa de la revolución verde?


Sí, de la imposición de técnicas de cultivo superintensivo mediante abonos químicos, pesticidas, fungicidas...


Y contra ella ideó la Dulce Revolución.


Dulce, porque con violencia no se va a ninguna parte, y dulce, también, en honor a la planta que a mí me despertó.

La dulce stevia.


Mi vida y mis tierras eran un desastre, ya no producían. Utilizaba todos los insecticidas, fungicidas, bactericidas y antibióticos legales en aquellos momentos (hoy ya muchos ilegales). Decidí investigar y puse la palabra de mi proveedor, Monsanto, en internet.


¿Qué halló?


Una asociación de padres de niños diabéticos muertos en EE. UU. que luchaba contra Monsanto para que prohibieran el aspartamo (de su propiedad) y legalizaran la stevia, un edulcorante natural, que consumida en fresco o en seco podía haber solucionado la vida de aquellos niños.


Y su rebeldía consistió en cultivarla.


Durante diez años he regalado miles de plantas, con la sorpresa de que muchos diabéticos reducían así la toma de insulina. Entendí que detrás de muchas prohibiciones en Europa y en el mundo hay intereses económicos, precisamente los mismos que han hecho posible esta agricultura industrial.


...


Investigué más a fondo el comportamiento de la industria farmacéutica, la que me vendía los productos para rociar mis plantas, y quedé horrorizado.


Y nació un activista.


Si comemos lo que nos da la naturaleza sin rociar químicamente, podemos volver a la salud, lo he experimentado en mi cuerpo.


No habrá sido un proceso sencillo.


Para desintoxicar la tierra necesitas años. Si las universidades se pusieran del lado de la agricultura ecológica y nos asesoraran, en quince años todo el mundo podría cultivar una agricultura superrentable y productiva, más que la actual, sin gastos añadidos de semillas y tratamientos.


La comida ecológica resulta muy cara.


Hay que suprimir intermediación. Si un fin de semana al mes haces el esfuerzo de desplazarte donde están los ganaderos y agricultores ecológicos, el precio está muy ajustado y la comida es de calidad.

Buena idea.


Y si usáramos las plantas medicinales que nuestro entorno nos da, mejoraría de forma radical nuestra salud, y el presupuesto sanitario público bajaría a la mitad en diez años.


¿Cuál es el problema de las plantas medicinales?


Algunos tesoros para la salud son ilegales y la ley de Etiquetaje impide etiquetar con sus propiedades las plantas medicinales, pero pueden poner el extracto de una planta en un yogur y decir que es bueno para regular el colesterol, o añadir omega 3 a la leche estrujando sardinas. La ley de Etiquetaje se ha hecho a favor de las grandes industrias alimentarias.


Lácteos y aguas minerales cantan sus virtudes.


Tienen excepciones de lujo. Nosotros reivindicamos el derecho de poder etiquetar las plantas medicinales con sus demostradísimas propiedades.


... Un saber que se está perdiendo.


Por eso hemos nombrado catedráticos de la naturaleza a los abuelos que todavía guardan conocimientos y estamos recogiendo su sabiduría de autocuración, valores que hay que reincorporar a la sociedad urbana.


¿Cómo?


Con balcones de salud: en lugar de tener sólo flores, hay que tener las plantas medicinales necesarias como botiquín de primeros auxilios: tomillo, romero, salvia, orégano.


Cuénteme.


Por ejemplo, una infusión de tomillo (bactericida) con la flor de saúco (expectorante) y stevia (antioxidante y edulcorante) es extraordinaria contra los resfriados. El romero, el ginseng natural mediterráneo, es potenciador de la energía; y la salvia, para la buena circulación de la sangre. Pero tampoco renunciamos a las plantas tropicales.


Interesante.


La kalanchoe, por ejemplo, un antitumoral muy potente y con resultados pasmosos. Es un crimen que el sistema sanitario no se empape de este conocimiento.


¿Y prohíben su venta?


Aunque demuestres que su uso es milenario en otras zonas del planeta, tienes que presentar estudios millonarios. Hace ocho años que una asociación, que ha podido pagar esos estudios, intenta legalizar la stevia. Se ha sumado Coca-Cola, que ha patentado la stevia para 24 aplicaciones alimentarias.


Entonces se legalizará.


La autosuficiencia de las semillas está desapareciendo a través de híbridos y transgénicos. Las mismas multinacionales que los producen han hecho un túnel de congelado en Svalbard, Suecia, para conservar 5 millones de semillas autóctonas por si viene un desastre: el desastre que están provocando ellas. Las semillas no tienen que estar congeladas, sino en los campos cultivándose.


 
 

martes, 5 de octubre de 2010

SENTIMIENTOS Y PENSAMIENTOS

Podemos controlar nuestros pensamientos, el pensamiento es un acto volitivo que implica un proceso intelectual.  Podemos rechazar un pensamiento, o recrearnos en él,  elaborarlo y llevarlo a la práctica, pero el sentimiento es algo mucho más etéreo.
Los  sentimientos brotan espontáneamente, son como las tormentas solares de nuestra alma, están influidos por los campos magnéticos del aura, por nuestras vivencias  y sobre todo por la herencia emocional que nos conforma. Podemos ocultar un sentimiento, sublimarlo o intentar ignorarlo, pero jamás podremos eliminarlo,  lo único que podemos hacer es dejar que el tiempo  apague esa llama o mantenga el rescoldo sin quemarnos. Luchar contra el es una forma de autodestrucción, un suicidio anímico que nos dejará una huella indeleble.
Yo distinguiría entre sentimientos y pasiones, las pasiones son tormentas viscerales en las que intervienen más las hormonas que el corazón,  son muy intensas pero acostumbran a ser de corta duración, las pasiones pueden ser incendiarias como el deseo, destructoras y destructivas como el odio o como el rencor, y  debemos luchar contra ellas si no queremos ser sus esclavos, pero los sentimientos son como esas avecillas que nublan el cielo y nos alegran con sus cantos, puede que a veces sean inoportunos , pero siempre son  reflejos de nosotros mismos, la expresión de todo lo puro y autentico que atesoramos en nuestro pecho.
Dejemos volar nuestros sentimientos, porque jamás nos arrastrarán tras ellos, pero harán nuestro camino más luminoso y llevadero.

Juanmaromo


Deshojando la margarita de Barcelona



 
Juli Capella Periodista
  Sí, te quiero Barcelona, porque eres una ciudad con personalidad, alma y guapetona. Y porque siempre has estado abierta a la fiesta aun siendo tan trabajadora y responsable. Barcelona, no te quiero, porque te has vuelto muy cara y expulsas a tu gente. Te quiero cuando creces con pausa y armonía, dejando espacios verdes, y no te quiero cuando te apelotonas en desorden a golpe de evento. Te quiero cuando visito tus bibliotecas rebosantes, y disfruto del esforzado fruto de tus artistas en teatros, baretos, museos o calles. Y te odio cuando te da por poner muros, rejas y vallas. Te quiero cuando te pones retos y sueñas y te ríes de los sueños. No te quiero cuando te pones tan presumida y arrogante, ni cuando te empeñas desaforadamente en escalar todos los rankings. Te quiero por tu humanidad, tu humedad y tu ambigüedad, por tus deliciosos rincones oscuros y por esos cruces de calle con rampa tan civilizados e iluminados. No te quiero cuando paseo por la Rambla a trompicones y veo los nuevos chiringuitos tan feos, inútiles y mastodónticos, quitando sitio a la gente y afeándola con fluorescentes. Te quiero cuando mezclas gente y regeneras barrios, cuando paseo por tus barrios y los veo vivos y exigentes. Te quiero cuando aireas y encaras los conflictos y no cuando los encierras y los escondes. Cuando te abres al mar y no cuando luego lo cierras. No te quiero cuando haces una ordenanza absurda, y encima ni siquiera la cumples. Barcelona, sí, te quiero porque aún eres lo suficientemente pequeña para conocerte y lo bastante grande para poder esquivarte. No te quiero cuando haces autobombo en las banderolas. Te quiero más cuando te discutimos que cuando te adulamos.

Querida ciudad de mis amores y desamores, sanamente contradictoria, espasmódica, abierta y cerrada a la vez, cómoda y acomodada. Vivir contigo es un privilegiado sinvivir. Te quiero y te odio. Pero de momento, aquí me quedo y no me cambio.

¿Violencia sin más?



 
Emma Riverola Escritora
  La imagen del okupa con rastas, calzoncillos de marca y perro pulgoso nos ayuda a distanciarnos. Si es extranjero, aún mejor. Pero una mera aproximación a alguno de los protagonistas de los graves altercados de Barcelona dibuja varios interrogantes. Entre un mosaico de delincuentes habituales y vividores, también hay jóvenes (y no tan jóvenes) con formación que no logran escapar de la mísera espiral de trabajos precarios. Imposible llegar a final de mes. Imposible acceder a una vivienda. Imposible todo. Y la nada se convierte en rabia e incomprensión. Meten en el mismo saco a banqueros, políticos, policías y a todo aquel que ostente un mínimo poder. No hacen distinciones. Porque sienten que la sociedad tampoco las hace con ellos. Y llaman a derribar el sistema que les niega el futuro. No son los primeros en la historia. Pero nunca en épocas difíciles habían sido tan pocos, ni tan desprovistos de pensadores que cimenten sus bases teóricas. Como si estos, también, les hubieran fallado. Inevitable preguntarles: ¿qué proponéis para cuando lo hayáis roto todo? ¿Qué modelo propugnáis? ¿Habéis descubierto un sistema menos injusto que esta democracia que denostáis?

No hay justificación para la violencia. Pero para explicar sus causas no bastan los informes policiales ni las afirmaciones tópicas o irreflexivas. Son pocos, pero no tanto como para ocultarlos bajo la alfombra.

lunes, 4 de octubre de 2010

El odio y la furia del joven Loquillo



La actitud también cuenta. Eso lo sabe bien José María Sanz -alias Loquillo- que coge el teléfono y, antes de que nadie diga nada, suelta: "Me alegro de que me haga esa pregunta". Se adivina una sonrisa al otro lado de la línea. El hombre que puso voz a himnos generacionales como Cadillac Solitario se encuentra en un coche junto a su amigo Jordi García, el hombre que le acompañó y retrató en bares, conciertos y sesiones de foto. Eran los años setenta, El Loco no había alcanzado la mayoría de edad y vivía intensamente un periodo de "libertad absoluta" que ahora reivindica la exposición Barcelona Rock & Roll 1979, primeros acordes de Loquillo, presente en galería Signo's 5 (Santander). A treinta kilómetros de allí, en el Relaix & Chateau San Román der Escalante, también se pueden ver algunas imágenes. Se trata de un material hasta ahora inédito. "Ni Loquillo había visto muchas de ellas", comenta el autor.
El origen de esta muestra, que la organización quiere llevar a otras comunidades, es la publicación de Barcelona Ciudad, un libro en el que el cantante revive aquellos años. "Es lógico que se repase un momento crucial. La Barcelona de mitad de los 70 fue el embrión de lo que luego surgió en Madrid y en otros sitios. Tenemos muy presente la movida madrileña, pero de este momento aún no se había hablado", comenta El Loco, con el aplomo que le caracteriza.
Las imágenes constatan lo que ya sabían los que acudían a los conciertos de los Intocables o Trogloditas: que este chico salido del barrio del Clot no era de los que se quedaban en un esquina del escenario, intentando pasar desapercibido. "Yo fui un testigo, un adolescente que descubría la vida a través del rock and roll", explica hoy este catalán de 49 años de edad (más de 30 dedicado a la música), que entonces ya peinaba tupé. Las 40 imágenes de esta selección permiten ver como la influencia de varios géneros como el rockabilly se iban reflejando en su estilo "Rocker, Teddy boy y punk", tal como enumera él mismo. El trabajo de Jordi García le inmortaliza peinándose junto a la barra del Georgia o posando junto a otros músicos tantas veces reivindicados como Carlos Segarra, de Los Rebeldes.
¿Qué queda de aquel Loquillo en blanco y negro? Como corresponde a una estrella, él tiene una respuesta elegante para todo. "Entonces me movía el odio y la furia. Después de tanto tiempo, el odio se ha ido... pero la furia queda", apunta, con un punto de teatralidad. Subrayar la importancia de aquella época no implica convertirse en un abuelo cebolleta: "No tiene sentido comparar la juventud de entonces con la de ahora. Los que hacen eso es se están volviendo viejos". Eso, de momento, no entra en sus planes.

RICARDO GRANDE 






LOS VAMPIROS DE LA TIERRA

Josep Tort: "Me pagan el kilo de uva a 25 céntimos y me cuesta 40"

NÚRIA NAVARRO
Es la sexta generación de una familia que cultiva la misma viña en el Penedès. Josep Tort (Sant Martí Sarroca, 1950) ha visto el paso de las mulas al tractor, y del orgullo payés a la impotencia. En plena vendimia -sus 23 hectáreas producen unas 57.500 cepas-, le duele que sus uvas vayan a casas como Codorníu y Torres por un precio que no le parece justo.

Josep Tort. diego calderón

-Tengo documentos de propiedad de la masía desde 1840. El amor al terruño se ha ido transmitiendo de padres a hijos. Yo me recuerdo vendimiando desde los 6 años, junto a la familia y los temporeros que venían del Maestrazgo y de Teruel. Entonces era una fiesta. Ahora es una inmensa preocupación.

-¿Qué le preocupa?
-Me pagan las variedades tradicionales para el cava a 25 céntimos el kilo. Y las negras -que habían llegado a los 60 céntimos- están por debajo de los 25.
-¿Un mal negocio?
-¡El precio de coste ronda los 40 céntimos el kilo! Detrás de esos 40 céntimos están el mantenimiento de la maquinaria, los fungicidas, el abono, la mano de obra. Estoy obligado a echar mano de las reservas. Pero hay más…
-Usted dirá.
-Con la bajada de la demanda interior de vinos tranquilos, no solo pagan una miseria, sino que llegas con 20.000 kilos de merlot ya recolectado y te dicen que no lo quieren.
-¿Y qué hace con tanta uva?
-Venderla a una bodega de vino a granel a una tercera parte del precio. El mercado catalán está en manos de tres grandes grupos, que no han dejado de crecer. Venden, por ejemplo, una marca blanca de cava a Gran Bretaña a un euro y medio. Si descuenta el cristal y los márgenes comerciales, ¿qué ganamos los productores?
-Una vida de resistente, la suya.
-Nunca he conocido otro oficio. Me gusta adecuar la vida al ciclo vegetativo: plantar, mimar las vides, ver aparecer la cepa, observar su frondosidad... Y con la entrada del tractor en la explotación y, más tarde, de la vendimiadora mecánica, todo resulta menos duro. Pero siempre estás sometido a cosas que no puedes controlar. Sobre todo el clima. Yo he llegado a recoger la uva descalzo como en un arrozal.
-El clima también va a la suya, sí.
-Ahora mismo estamos recogiendo una variedad tardía, la parellada, que se nos pudre. Hemos hecho todas las buenas prácticas vitícolas, pero llovió a finales de agosto. Demasiada humedad... Y vienen los enólogos, que desde su laboratorio creen que dos y dos son cuatro, y plantean sus exigencias. Pero en la viña nada es exacto.
-Oiga, ¿nunca cuestionó usted su destino?
-A los 18 años era un experto en maquinaria agrícola. ¡El número uno de mi promoción! Recibí media docena de ofertas de trabajo. Pero yo pertenezco a la tierra. Le dije a mi padre que si mecanizábamos el campo me quedaba. Aceptó y he sido el primero de la saga en vender la producción a los elaboradores de vino.
-Antes de eso ¿qué hacían?
-Antes cada explotación tenía una bodega rudimentaria. Una vez elaborado, descansado y abrillantado el vino, en Navidad podíamos ofrecer una partida de 3.000 litros al mejor postor. Había un montón de agentes comerciales recorriendo el Penedès. Pero ahora los vinos más jóvenes y afrutados precisan unas instalaciones serias, con controles de temperatura y fermentación, que cuestan mucho dinero.
-Total, que la gloria de sus uvas se la llevan otros.
-Cuando bebo un Torres tengo un punto de orgullo. Alguna gotita tiene algo de mí. La rabia es que sean tan egoístas con sus cuentas de resultados. La continuidad de las explotaciones familiares peligra.
-¿Su hijo seguirá escribiendo la historia de la viña?
-En el 2000 le planteé si quería quedarse con la explotación. Pero él había respirado desde pequeño las incertidumbres: granizadas, sequías, casas que desprecian la uva porque da poca graduación o porque hay demasiada producción. Le salió la oportunidad de trabajar fuera de casa y la aprovechó.
-Una decepción, imagino.
-En aquel momento me dolió, pero le comprendo. Yo me he acostumbrado a vivir entre la incertidumbre y la gratitud. Pero esto se acaba...
-La tierra seguirá ahí.
-Pues habrá que arrancar la viña y hacer cultivos extensivos, o alquilar funcionarios para que cuiden del territorio. Nos llenamos la boca con el comercio justo y quizá tendríamos que fijarnos más en lo que está pasando al lado de casa.

"Todo el pescado será pronto un artículo de lujo"

Daniel Pauly, máximo experto mundial en pesca

VÍCTOR-M. AMELA  - 04/10/2010

Tengo 64 años. Nací en París y vivo en Vancouver. Soy profesor de Pesquería en la British Columbia University. Tengo una hija treintañera. Soy socialdemócrata. Desconfío de todas las religiones por igual. Desde joven confié en mejorar el mundo: sigo intentándolo

¿Pican?

Cada vez menos.


¿Por qué?


La presión de la pesca industrial esquilma las poblaciones de peces en todo el planeta.


¿Desde cuándo se nota esta mengua?


Hace quince años las pesquerías eran locales. Desde entonces, la pesquería se globaliza.


¿Puede ilustrarlo con datos?


De los años 50 a los 80, la superficie de pesca se amplió un millón de km2al año. De 1980 a 1995, pasó a crecer 3 millones de km2al año. Ahora ha dejado de crecer.


¿Por qué?


¡Porque todo el planeta está ya copado! Pescamos ya en el fin del mundo: en el sur del Pacífico, en la Antártida...


¿Con qué resultados?


Si vamos tan lejos en busca de peces es porque cada vez hay menos...


Voy al mercado y no lo noto.


Nuestras lonjas del primer mundo son el destino prioritario de esa pesca remota. Sí lo notan las lonjas de países pobres: los peces que antes estaban en puestos de Dakar, Áfricaoriental, India... ahora están aquí.


¿Y aquí cuándo empezaremos a notarlo?


Una abuela que se pasee por el mercado no reconocerá ya la mayoría de los peces.

¿Qué pasará si seguimos así?


El pescado se encarecerá más ymás: tus hijos sólo lo comerán en Navidad, en una boda...

¿Incluido el sushi? Les encanta.


Creer que todo el mundo iba a poder comer sushi todo el tiempo es un delirio.

¿Qué especie corre más peligro?
Dentro de veinte años habrá desaparecido el atún de tu vida. Pero lo grave es la tendencia: a esta especie le seguirá otra, y otra...


¿Qué estamos haciendo mal?


Vaciamos una zona de pesca... y luego vamos a por otra. Es una estafa piramidal: ¡nos liquidamos el capital! Es insostenible.

¿Hay alternativa?
Una pesca artesanal permitiría mantener el stock, el capital de pesca: pescando menos cantidad, más selectivamente y sin alterar los fondos marinos. ¡Nada de redes de arrastre, sólo anzuelos!


¿Qué consecuencias comporta la pesca por arrastre?


El mar del Norte era rocoso... y hoy es fangoso. La red de arrastre destruye los fondos marinos, los arrasa, los inhabilita para una ulterior repoblación. Y, encima, se pesca lo que no se quiere pescar.

¿Por ejemplo?


La pesca de merluza o bacalao no debería llamarse así, porque sólo un 40% de lo pescado en las redes es merluza o bacalao: ¡el 60% son especies diversas..., cuyos cadáveres se arrojan luego al mar! Al año, son casi 20 millones de toneladas de pescado desperdiciados.

¿Cuántos millones de toneladas de pescado sí llegan a puerto?


Al año, 53 millones de toneladas de pescado son capturados para consumo humano. De estas toneladas, 24 millones se pescan artesanalmente: dan un medio de vida todavía a 12 millones de personas. Los otros 29 millones se pescan a gran escala: dan trabajo sólo a medio millón de personas.


Y enormes beneficios a algunos pocos, supongo...


Mire el caso de España: ha orillado la pesca artesanal para volcarse en la industrial. La pesquería española extrae peces en todos los mares del planeta... y extrae dinero del contribuyente.


¿Dinero mío?


Sí, casi 500 millones de euros europeos subvencionan esta estructura industrial de enormes pesqueros conquistadores de mares remotos, que esquilman la pesca que era para pescadores artesanales locales. Con ese dinero, además, compran derechos de pesca en costas de países pobres.


¿La acuicultura podría ser la alternativa?


Hoy produce 40 millones de toneladas para consumo humano: China produce el 70% de todo ese pescado de piscifactoría del mundo; el resto, otros países. Pero hoy no es la alternativa: son peces carnívoros (como el salmón) que se engordan con harinas de pescado, anchoveta y sardina. ¡Es absurdo!

¿Por qué?


Necesitamos ¡una tonelada! de anchoveta y sardina para producir sólo 200 kilos de salmón. ¡Qué sinsentido! ¿No sería mejor comerse la sardina y la anchoveta que convertirlas en pienso para salmones?


Qué rica la sardina, sí.


Y más sana: a mayor edad del pez (salmón, atún...), más riesgo de concentración de metales pesados. ¡Usar anchoveta y sardina para producir salmón es dilapidar lo bueno para amplificar lo malo!


Si usted mandase, ¿qué tres medidas adoptaría en bien de la pesca?


Una, supresión de las subvenciones. Dos, creación de zonas protegidas (en diversos grados). Y tres, cuotas individuales de pesca (por pescador o por buque).


El cambio climático ¿está afectando de algún modo a la pesca?


Sí: los bancos de peces están desplazándose desde los mares cálidos hasta los fríos. Dentro de unos años, los países tropicales dispondrán de muy poca pesca...


¿Come usted mucho pescado?


Como lo que mi esposa me cocina, ja ja... Pescado, dos o tres veces al mes.


Es poco, ¿no?


Ella compra y cocina, y está bien así: comemos salmón rojo (sockeye),un salmón salvaje del Pacífico, muy rico y saludable.


 

domingo, 3 de octubre de 2010

HOY TE HE VISTO...



Hoy te he visto
tras siglos de ausencias desgarradas,
de galernas de olvidos y recuerdos,
de negras madrugadas.

Hoy te he visto
tras océanos de tiempo embravecido,
marejadas de espumas encendidas,
de lágrimas de lava

Hoy te he visto
traspasando las nieblas del deseo
derribando mis pétreas murallas
con tu ariete de fuego.

Hoy te he visto
y se ha roto el hechizo
y he sentido los gritos de las ratas
que abandonan con paso presuroso
el barco que naufraga.

JUANMAROMO

sábado, 2 de octubre de 2010

EL REGALO DE LAS MUSAS



Cuenta la leyenda que tras ser arrojados del paraíso por un pecado de amor, Adán y Eva vagaban por entre los bosques refugiándose en cuevas y temiendo el ataque de las alimañas.
Una noche, mientras Eva lloraba desconsolada se le aparecieron las musas y así le hablaron.
- Te hemos oído llorar durante noches y días sin que nada ni nadie sea capaz de  enjugar tu llanto, por eso te traemos este instrumento, es un regalo de los dioses y se llama lira, cada una de sus cuerdas expresa un sentimiento, y tensándolas y aflojándolas según la intensidad de tu alegría o de tu pena, podrás llorar sin derramar una lágrima o cantar sin que tu voz resuene. Llévala siempre contigo y tus cargas se harán más llevaderas.
Eva la tomó entre las manos y comenzó a tañer sus cuerdas, al momento se hizo el silencio en el bosque y hasta los pájaros bajaron de las ramas para escuchar tan celestial sonido.
Pasaron los tiempos y Eva siguió componiendo hermosas melodías tejidas con risas y llantos, con miedos y esperanzas, pero llegó un momento que ya no podía extraer nuevas notas, era como si la magia se hubiera acabado.
Un día en que Adán encontró la lira olvidada entre unas piedras, la tomó entre sus manos y apenas fue capaz de arrancarle unos sonidos discordes, pero a él le parecieron la más hermosa de las melodías. Cogió el instrumento y se fue a la cueva de Baco donde libaron y  cantaron hasta perder el sentido. A la mañana siguiente sólo quedaba el caparazón de la tortuga, y unas cuerdas destrozadas, la música había muerto.
Cuando Eva la encontró, lloró amargamente por no haber sabido cuidar tan maravilloso legado y pensó que nunca más volvería a ser feliz, pero esa misma noche le visitaron de nuevo las musas y así le hablaron.
-No llores más mujer, en verdad que el regalo que te hicimos no podía expresar todos tus sentimientos, por eso hemos creado uno nuevo, un instrumento que será capaz de captar y mostrar todos los matices  de tu alma infinita. La acariciarás entre tus dedos, la apretarás junto a tu pecho, y ella hablará, reirá y llorará por ti, y no temas por Adán, él será incapaz de arrancarle ni una sola nota ni de llevarla consigo. A partir de ahora la voz de tu corazón palpitará entre las cuerdas mágicas del arpa.

JUANMAROMO


viernes, 1 de octubre de 2010

EL RUIDO QUE NO CESA

Barcelona ha sido tradicionalmente un ciudad abierta y permisiva, su clima privilegiado, su situación geográfica entre el mar y los bosques mediterráneos, la belleza del trazado y sus edificios singulares, han hecho de ella una de las ciudades turísticas más importantes del mundo, pero esta permisividad está siendo aprovechada por grupos incívicos que pueden dar al traste con el esfuerzo de muchos años.

Cientos de motoristas contaminan acústicamente nuestras calles con sus máquinas petarderas sin que nadie haga nada por evitarlo. Una moto con el escape incontrolado, es capaz de afectar en pocos minutos el sistema nervioso de miles de personas y ser causa de arritmias, estrés e insomnio entre la población. La propaganda municipal nos habla de control y concienciación, pero no hay más que salir a la calle para comprobar que todo eso es pura entelequia, en cinco minutos, soportará usted el estruendo de docenas de ciclomotores, mientras la guardia urbana se dedica a multar coches mal aparcados.

Uno de los grandes inventos de Barcelona ha sido el "bicing", un servicio de recogida y entrega de bicicletas a lo largo de toda la ciudad, que permite trasladarte por carriles exclusivos de un extremo a otro sin contaminación y a un precio ridículo, pero un elevado número de usuarios, circulan por las aceras a gran velocidad atropellando a persona mayores o con problemas de movilidad, de momento nadie a actuado contra esta plaga.

Y por último tenemos a los skateboards que infectan el centro de la ciudad , en especial los alrededores de museo de arte contemporáneo, jóvenes venidos de todo el mundo utilizan plazas y calles como pista de entrenamiento con sus monopatines, causando múltiples accidentes ante la pasividad de las guardia urbana que se limita a advertirles que tengan cuidado y dejar que el circo continúe.

Los actos vandálicos del día 29 deberían despertar a nuestras autoridades autonómicas y municipales del letargo en el que están sumidas , no se puede consentir que unos cientos de inadaptados, gamberros y vándalos se concentren durante dos días en un edificio la Plaza de Catalunya para planificar altercados mientras jueces y políticos se pasan la pelota candente. Los cientos de miles de euros en desperfectos causados en mobiliario urbano y establecimientos comerciales saldrán de los bolsillos de los de siempre.

Si en verdad existiera la justicia, deberían descontárselos al juez que no autorizó el desalojo, y a los responsables de interior, que no acordonaron la zona actuando en cuanto salieran de su madriguera. Mientras tanto, el responsable segundo de interior, estaba de huelga en Girona, una acto que demuestra la facilidad con que algunos altos cargos olvidan sus responsabilidades para dedicarse a hacer propaganda panfletaria.
 
La libertad es algo tan precioso que debemos protegerla de aquellos que utilizan su nombre para destruir, amedrentar y saquear, porque de lo contrario acabaran tomándola como rehen.
 
JUANMAROMO










LA MANIPULACIÓN CRIMINAL DE LOS ALIMENTOS

Alimentos S.A.

La diferencia entre criar un pollo y producir una hamburguesa.

El documental Food, Inc., dirigido por Emmy Robert Kenner, repasa la industria alimenticia estadounidense, un modelo que se va imponiendo en Europa.

(Fuente: periodismohumano)









 

 

Aquí puedes ver el resto de los capítulos del documental.


Queridos amig@s no diré mucho, creo que a veces, es mejor permanecer -casi- en silencio y que cada uno juzgue, piense, lo que pueda o quiera, solo apuntaré unas palabras dichas en el primer vídeo que me han llamado -la atención-, con esto, no estoy diciendo que hayan sido las únicas, o las que más, cualquiera de los vídeos son "impresionantes".
Una compañia, como Tyson, es dueña de las aves desde el día que nacen, hasta el día que son sacrificadas.
El Consejo Nacional de Pollos (en el vídeo se puede observar hablando a Richard Lobb, national chicken...) viene a decir que, la industria los sigue ya, y porque han sido capaces de crear un modelo perfecto para la producción de alimentos, ya que se dedican, fundamentalmente a, NO crear pollos, si no, una enorme cantidad de Alimentos, con el mísmo tamaño posible. Este sistema tiene el nombre de -producción intensiva- el resultado és dar en una pequeñisima porción de tierra la mayor cantidad posible de alimentos y a precios más que razonables.
Richard Lobb, además, se pregunta: ¿Qué tiene de malo eso?
Yo... me cuestiono: ¿Qué és lo que nos estamos comiendo?
Loli.

 http://lacomunidad.elpais.com/loli/2010/10/1/-redisenaron-pollo-que-tenga-buenas-pechugas-

LOS OBJETIVOS Y LA FUNCIÓN DE LAS EMPRESAS

Los beneficios no pueden ser un ídolo

Empiezan a oírse voces que sostienen que se ha ido demasiado lejos en el objetivo de la rentabilidad

Miguel Angel Ariño  
Miguel Angel Ariño Profesor del IESE
 
Voy a hablar de algo que me pone especialmente nervioso y que durante años he estado intentando combatir sin éxito en mis clases y en mis publicaciones. Ahora, por tristes razones, empiezo a ver la luz. Me refiero a la maximización de los beneficios como criterio orientador de las decisiones en las empresas. En la década de los 80 se puso de moda afirmar que la finalidad de una empresa es maximizar los beneficios. Esa moda se fue afianzando hasta llegar a tener categoría de dogma y, aunque con excepciones, ha sido el principio que ha guiado la dirección de muchas empresas en las últimas décadas. Sobre todo de las grandes empresas y las que cotizan en bolsa. Ahora se empiezan a oír voces que cuestionan si no se ha ido demasiado lejos por este camino. Que si ese cortoplacista punto de vista es el causante de la actual situación económica.
Muchos de los defensores de este principio, tanto practicioners como académicos, se están ahora retractando. Jack Welch, el histórico CEO de General Electric y máximo propulsor de la maximización de beneficios, ha reconocido que es un error. También lo reconoció Michael Porter, gurú de Harvard de la dirección de empresas, en la conferencia que dio en Expomanagement en Madrid la pasada primavera. Pero se están retractando a la vista de los resultados, lo cual es muy triste. Las cosas hay que anticiparlas antes de que ocurran los desastres. Yo no puedo comprobar que la ley de la gravedad funciona, después de salir de mi casa -vivo en un piso 14- por la ventana. Ya es demasiado tarde.
Lo mismo pasó con el sistema comunista de organización social. Hubo quien anticipó, ya en 1891, las nefastas consecuencias que este sistema traería, pues no respetaba la libertad y la iniciativa de la persona. El Estado asumía sus funciones. No se hizo caso. Se llevó a la práctica en la Unión Soviética y en otros lugares y pasó lo que pasó. No es que quiera comparar la Rusia de entonces con el sistema capitalista. Lo que quiero decir es que antes de hacer experimentos que puedan tener tan graves consecuencias hay que pensárselo bien.
Desde hace muchos años he mantenido, ante la escéptica mirada de mis alumnos, que una empresa tiene que dedicarse a ofrecer un producto o servicio que satisfaga del mejor modo posible una necesidad de alguien (una necesidad, no una aparente necesidad), y cuanto mejor la satisfaga, mejor está cumpliendo la empresa su finalidad. El beneficio vendría como consecuencia de esto. En aquel entonces de alegría económica, mis alumnos me escuchaban incrédulos como si estuvieran oyendo las prédicas de un extraterrestre.
Siempre he dicho en mis clases que afirmar que la finalidad de la empresa es maximizar los beneficios es como decir que la finalidad de una persona es respirar. Una cosa es que una persona no pueda vivir sin respirar y otra que esta sea su finalidad. Una cosa es que una empresa no pueda sobrevivir sin generar beneficios y otra decir que los beneficios son la razón de existir de la empresa. Satisfacer una necesidad de un cliente debe ser el norte de una empresa. Cuanto mejor se satisfaga esta necesidad, mejor estará cumpliendo una empresa con su finalidad. Y, por estar haciéndolo bien, más dinero ganará.
El principio de maximización del beneficio como finalidad de una empresa no solo es una tontería, sino que también es un principio contradictorio, pues intentando maximizar los beneficios, una empresa destruye las condiciones que posibilitan esa maximización. Y es este razonamiento -en el que a continuación me voy a detener- el que debía haberse hecho hace 30 o 40 años, para no tener que denostarlo ahora, después de las nefastas consecuencias que está teniendo.
Si el ídolo de la empresa son los beneficios, las personas que trabajan allí quedan convertidas en meros instrumentos al servicio de los beneficios. Así difícilmente la empresa podrá contar con la ilusión y las ganas de trabajar de sus empleados. Y una empresa donde no hay ilusión, está muerta. Los empleados se ilusionarán con la empresa si ven que importan a la empresa. Si la empresa los valora como personas y como profesionales.
Me parece estar escuchando la contrarréplica de alguno de los lectores: sí, sí, Ariño, todo ese buen trato de la empresa hacia sus empleados lo hace, en el fondo, para mejorar los beneficios. A esto respondo: ¿qué cree usted, que el empleado es tonto? ¿Que la empresa lo puede engañar tan fácilmente? Si esto fuera así, en cuanto el empleado lo percibiera, que tarde o temprano lo percibiría, volvería a sentirse instrumento.
No quiero que se me malinterprete. No pretendo señalar el principio de maximización como responsable único de la actual situación económica. La crisis tiene múltiples causas. Pero he querido alertar sobre las deficiencias de este principio. Por venir estos argumentos de un profesor de una escuela de negocios no está nada mal.
Profesor del IESE, Universidad

"Mi padre se llevó todos los ahorros de la familia a Israel"

Hubert Abraham Haddad, escritor

VÍCTOR-M. AMELA  - 01/10/2010

Tengo 63 años. Nací en Túnez, de familia judía y bereber. Vivo en París desde los 5 años. Tengo una hija de 21 años. Estuve en las barricadas del 68, y hoy soy un libertario pragmático. Me conmueve la poesía sublime de místicos cristianos, judíos y musulmanes

¿Judío y bereber?

Sí.

¿Cómo es eso?

Bereberes y judíos vivían en el norte de Áfricadesde mucho antes de las invasiones arabo-islámicas del siglo VII d. C. Y mi familia, proveniente del sur de Túnez, es judeobereber.

¿En qué se refleja eso en la práctica?


Son de religión judía y costumbres magrebíes arabizadas: vestimenta, comida, idioma... Mis padres sólo hablan árabe.

¿Y en qué se advierte su judaísmo?
En su fe religiosa, en sus celebraciones. En Túnez sufrieron algunas persecuciones.


¿Y cuándo emigran a Francia?


Yo tenía 5 años, y no fue sólo por hostilidad antijudía, fue también por progresar...

¿Qué recuerda de su llegada a París?
Que todo era muy gris y muy frío, hostil, desabrido, inhóspito... Vivíamos en una pieza minúscula, sin agua corriente... Fue duro.

¿Es usted hoy francés?
Sí, pero cada año que me toca renovar el documento de identidad, salen muchas pegas burocráticas, me piden papeles que no tengo... ¡Mi familia llegó sin nada!


¿Se siente tunecino, judío, bereber, francés o qué?


Un poco todo..., y también argelino, por mi abuela materna, Baya, que me contaba muchas historias...

Es una suerte esa identidad múltiple.


Sí: ¡yo podría vivir casi en cualquier sitio! Pero no sentir una identidad rotunda también me produce melancolía...


O se la hacen sentir...


Algunos me dicen: "¿Por qué escribe usted en francés si no es de aquí?". O esperan que escriba de aspectos exóticos, coloristas...


¿Ha sentido antisemitismo en Francia?


No, pero sí recelo al foráneo. ¡Lo de Sarkozy con los gitanos rumanos es de un populismo escandaloso! Y me ha impactado mucho una anécdota reciente...

Cuente.


Unos gitanos alojados en la ruinosa estación de Bobigny fueron expulsados por los gendarmes, que les destruyeron todo... ¡porque había que adecentarla para conmemorar la deportación de judíos desde ese lugar!


Qué ironía.


Yo combatí en las barricadas de Mayo del 68, y creo que contribuimos a dulcificar rigideces sociales, pero... hay aspectos que siguen entroncados con la Francia de Vichy.


¿Qué historias le contaba su abuela?


Había emigrado a Francia en 1939, sin sospechar que Francia entregaría a sus judíos a los nazis. A mi abuela y a mi madre (era muy niña) las escondió en su granja una familia campesina: eso las salvó. Y pudieron volver a Túnez. Mi abuela me hablaba de un lugar mítico, maravilloso: Palestina.


¿Qué significaba Palestina para ella?


El jardín del Edén, el paraíso terrenal. ¡Lloraba por ese lugar que no conocía! Como otros judíos del mundo: "El año que viene, ¡en Palestina!". Por eso, cuando en 1947 nació el Estado de Israel, fue un éxtasis.


¿Qué pasó?


¡Era el sueño hecho realidad! Mi familia experimentó un furor patriótico-religioso.


¿Cuándo supo que había un conflicto?


De niño yo ayudaba a mi padre, feriante, y nos codeábamos con árabes, y todos tan amigos. Pero en 1967, con la guerra de los Seis Días, todo cambió: ¡árabes y judíos se liaron a adoquinazo limpio en el barrio!

¿Qué decía su padre?


Era un hombre sencillo, convencido de que Israel era divino y sagrado. Tomó todo el dinero que teníamos, se lo metió en zapatos de doble suela ¡y lo llevó a Israel!


¿Todos los ahorros?


Lo dio todo. Una pequeña fortuna. ¡Quedamos empobrecidos! Pero luego se desesperó cuando mi hermano mayor, Michael, quiso marcharse a un kibutz a Israel con 17 añitos: para impedirlo, salía a la calle llorando y rasgándose las vestiduras...


Estampa muy bíblica.


Mi hermano partió al cumplir 18 años. Era un chico culto, sensible; gracias a él entraron libros y discos en casa y yo leí... En Israel se convirtió en pintor reconocido...


¿Se implicó en la vida israelí?


Basculó hacia posiciones pacifistas, repartió pasquines en favor de la paz..., ¡y sus conciudadanos quisieron lincharle! Se apartó a vivir como un ermitaño en una cabaña entre olivos, a las afueras de Jerusalén...


¿Qué le contaba él de todo eso?


Que compartía la cabaña con una serpiente venenosa y que se entendían... Se dejó el pelo largo, se abandonó... y se trastornó.


¿Qué hace su hermano hoy?


Mi hermano se suicidó.


Lo siento.


Regresó a París con 27 años... ¡y le detuvieron por desertor! No había hecho la mili. Se hundió. Al salir, se compró un fusil, dejó una carta en el buzón y se voló la cabeza.


...


Esto me conmocionó, cambió mi vida: me separé, me aparté... Durante años no quise saber nada del conflicto palestino-israelí.


¿Y ahora?


Escribo para apoyar a israelíes y palestinos solidarios con la paz. Por mi hermano.


¿Son muchos?


Un 30% de israelíes y un 60% de palestinos.


¿Qué propone?


Un Estado para los palestinos. Luego, retroceso de colonias, acuerdos sobre agua, y cooperación cultural y económica. Israel recuperaría prestigio, respeto... Y sólo así volverá el alma a aquel rincón del mundo.