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lunes, 19 de julio de 2010

"Mi gurú me enterraba bajo tierra durante diez días"

Bikram Choudhury, yogui

IMA SANCHÍS  - 19/07/2010

Nunca recuerdo mi edad. Nací en Calcuta y vivo Beverly Hills. Casado, tengo dos hijos. He tenido como alumnos a Nixon, Reagan, Kennedy, Clinton, Indira Gandhi, Nehru. Estoy con los demócratas. La religión es control, no creo en ella. El cuerpo es el templo del espíritu

Cuando era niño mi gurú me enterraba bajo tierra durante diez días.

¡Y qué más!

He sostenido sobre mi pecho a un elefante. Y he levitado, hay vídeos sobre ello.

En todo caso, ¿para qué hacía eso?

El objetivo era recaudar fondos para la obra de la madre Teresa, a la que conocí de niño. Empecé a practicar yoga a los tres años.

Aun así...

Los yoguis tenemos poderes que la gente normal no ha desarrollado. Se puede vivir durante un tiempo sin respirar, comer ni beber. Mi maestro era Bishnu Ghosh, el culturista más célebre de aquella época. Médico, ingeniero, atleta, poeta, filósofo y abogado; el hermano pequeño de Paramhansa Yogananda, autor de Autobiografía de un yogui.

Aun así...

Me golpeó como un martillo toda mi vida para que nadie pudiera hacerme ni un rasguño en el cuerpo, la mente o el alma. Hizo que me volviera resistente a todo: al frío, al calor, a las emociones, al sexo y al dinero.

... Pues tiene un garaje lleno de Bentley y Rolls-Royce.

Cierto, me fascinan los coches, pero se trata de vehículos de segunda mano que he comprado como chatarra y que he arreglado con mis propias manos. Dirigía mi primera escuela de yoga y simultáneamente trabajaba en un garaje de reparaciones.

¿Es usted mecánico?

Sí, de coches y de cuerpos. La práctica del hatha yoga, de mi serie de 26 posturas y dos ejercicios de respiración, convierte un humano chatarra en un Rolls-Royce: arregla el chasis, recarga las baterías, equilibra los transmisores y afina los motores.

¿Cómo llegó a esa serie?

A los 13 años fui el atleta más joven que jamás ganó el Campeonato Indio de Asanas de Yoga, y lo gané durante tres años consecutivos. También conseguí récords como levantador de pesas hasta el día que un peso de 200 kg me pulverizó una rodilla. Los médicos me dijeron que no volvería a caminar.

¿Milagro?

Efectivamente. Me fui cojeando hasta mi gurú y él me recuperó. Fue tal el milagro que decidí ser profesor de yoga, ya no me moví de su lado. Cuando mi maestro trataba a un paciente, le decía lo que tenía que comer y las posturas que debía ejercitar para curar su dolencia: riñones, columna, diabetes, corazón, tiroides, artritis. Era la tradición.

¿Tradición que usted cambió?

Mi gurú me envió a Bombay a tratar pacientes y pensé que si podía enseñar en grupo las posturas correctas en el orden correcto, podría tratar a mucha gente. Así creé mi método. Me hice famosísimo. En 1959 vino George Harrison, en 1960 Shirley MacLaine, para pedirme que fuera a Hollywood.

Y se fue.

Todavía no. En 1970 mi maestro me envió a abrir una escuela en Tokio, trabajaba los siete días de la semana y me convertí rápidamente en una superestrella. Enseñaba yoga a la familia imperial.

No me los imagino haciendo la postura del conejo a 40 grados.

Traté a la sobrina de Hirohito, que tenía un cáncer de huesos, se había sometido a dos operaciones y estuvo 16 años en la cama. Tras ocho meses ya había abandonado la silla de ruedas. Con ella fui a Honolulu.

Buen sitio...

Allí curé de una trombosis cerebral al primer ministro, Kakuei Tanaka, que le habló de mí al presidente Richard Nixon. Nixon sufría una trombosis en la pierna izquierda. Lo conocí en la cama con un dolor atroz.

Cuénteme qué le hizo.

Lo metí en la bañera con sales de Epsom, le suministré un tratamiento hidropático, es decir: yoga en una bañera. Al cuarto día estaba bien. Al despedirse, me dio un sobre que cambió mi vida.

¿Qué había en el sobre?

El permiso que nunca había solicitado para residir en EE. UU. En 1973 abrí mi escuela en LosÁngelescon la ayuda de Shirley Mac-Laine. Al principio no quería cobrar a mis alumnos, ya que un verdadero yogui no recibe dinero de sus alumnos. Yo nunca pagué a mi maestro, pero le fregué los suelos.

¿Ya se ha vuelto occidental?

Fue ella la que me informó y me convenció de que allí no funcionaban las cosas de esa manera. Actualmente hay más de dos mil escuelas de Bikram yoga en el mundo. He colaborado en un proyecto de la Universidad de Tokio, patrocinado por la ONU, que demuestra que el yoga regenera los tejidos y cura enfermedades crónicas.

¿Y es necesario hacerlo a 40 grados?

Eso como mínimo; cuanto más calor, mejor. ¿Y sabe por qué inflijo esa tortura?

Prefiero no especular.

Para que sean más felices. Para convertir un trozo de hierro en una hermosa espada, un herrero utiliza el calor: así forjo mentes y cuerpos de acero.

Bueno, bueno...

El yoga modifica el cuerpo del interior al exterior, desde los huesos hasta la piel. Para conseguirlo, primero tienes que calentar el cuerpo, ablandarlo: un cuerpo caliente es un cuerpo flexible. Además, el calor permite hacer flexiones y estiramientos con el menor riesgo de daño y elimina toxinas. Pero déjeme advertirle:

...

Hacer algo correcto al 99% significa hacerlo mal al 100%.

miércoles, 30 de junio de 2010

"Vivimos una crisis, pero ya no es de las de pasar hambre"

Hugo F. Sonnenschein, economista; presidente de la Universidad de Chicago


LLUÍS AMIGUET - 30/06/2010


Tengo 70 años: la vida tiene sus ritmos y si los sigues experimentarás todas tus habilidades y debilidades. Nací en Brooklyn: compartíamos váter con vecinos y mi madre murió a los 36 años de tuberculosis. Soy demócrata. Soy judío. He sido premiado por la Fundación BBVA


¿Qué es más urgente, reducir el déficit público o incentivar el crecimiento?


Antes de contestarle, déjeme poner esta crisis en una dimensión humana...


Adelante.


... E histórica... ¿Recuerda usted cómo era España hace 50, 60, 70 años?


...


Yo sí recuerdo cómo era América cuando vivía mi madre y cuando murió, de tuberculosis, a los 36 años... Durante años, mis padres compartieron el váter al aire libre en Brooklyn con otras familias del edificio...


Aquí hace 60 años la mayoría no sabía lo que era un váter.


Pero lo peor era que tal vez algunos sabían que comerían ese día, pero casi nadie estaba seguro de poder comer al siguiente.


Eran otros tiempos, afortunadamente.


Por eso cuando nos piden a los economistas que comparemos esta crisis con la Gran Recesión... Yo empezaría por poner las crisis, más que en cifras, en su dimensión humana.


Tiene razón, profesor.


Y no me dejaría angustiar por los números, sino que miraría a las personas, y esta ya es una crisis de países prósperos. Y si no, fíjese en China, la China de las hambrunas milenarias hoy es ya un país que no pasa hambre.


Nos vende más de lo que nos compra.


E India ha mejorado enormemente, incluso África está despegando y pronto seguirá - si sigue así- el camino de Asia hacia la prosperidad y el fin del hambre.


Buenas, inmensas noticias.


Por eso, más allá de las cifras macroeconómicas, sólo digo que antaño las crisis para la humanidad eran la diferencia entre comer o no comer y, en cambio, esta ya no lo es.


En cada mala noticia siempre hay un buen titular.


Pero... ¡cuidado! Tampoco olvidemos que esta crisis causa paro y sufrimiento a millones de seres humanos, aunque ya no estamos hablando de hambre física.


Es una gran diferencia.


Lo peor es que aumenta las diferencias de riqueza entre ciudadanos. Y eso lo veo en directo: mire, como presidente de la Universidad de Chicago, he tenido que hablar con gente muy rica para pedirle dinero.


Es parte de su trabajo.


... Y me indigna oír cómo se preguntan entre ellos: "¿Cuál es tu número?".


¿A qué se refieren?


Su número es la cantidad de dinero que han acumulado. A menudo, a más número, más estupidez.


Le creo.


Quienes más alardean de su número no suelen distinguirse por su contribución a la comunidad, y eso es ser muy corto de miras.


¿Qué dice su escuela de Chicago: reducir déficit o aumentar inversión pública?


Si ha habido un momento en el que podía ser aconsejable un paquete de estímulo al empleo con inversión pública, es este...


¿Pero...?


Algunos dudan de que los políticos sepan gestionar mejor ese dinero público de estímulo - extraído de los impuestos de los contribuyentes- para crear demanda y empleo que los propios contribuyentes.


Una objeción clásica.


Y debo añadir que la velocidad a la que se incrementa nuestro déficit público y nuestra deuda es alarmante. Y eso es nuevo, porque en cada dólar que aumenta el déficit disminuye nuestra propia soberanía para decidir en qué programas de educación, sanidad o infraestructuras invertimos.


¿Por qué?


Porque hoy la deuda norteamericana ya no está en manos de los norteamericanos: el dinero para pagar la gran deuda de la Segunda Guerra Mundial lo prestaron norteamericanos a otros norteamericanos, que, a su vez, lo devolvieron con sus impuestos cuando retornó el crecimiento económico...


Hoy ese dinero lo prestan los chinos.


Esa deuda se ofrece en los mercados a cambio de intereses y allí la compra quien quiere... ¿Pero qué pasa si un día nadie quiere comprar nuestra deuda o piden por ella un tipo de interés que no podemos pagar?


Aquí conocemos ese feeling.


¿Qué pasaría si un día ofrecemos deuda norteamericana en los mercados y nadie quiere mi un dólar más porque ya hay demasiada?


Ese día nos irá a todos fatal.


Esa dependencia nos resta soberanía. Por eso, hay niveles de déficit y deuda pública aceptables - hasta el 50 por ciento del PIB-, pero si gastamos más y los superamos...


Llega la tragedia griega.


Y me temo que hoy no se puede uno fiar de que ya creceremos y devolveremos el dinero a largo plazo, porque los datos no me permiten esperar grandes crecimientos.


¿Entonces...?


Hay que estimular, sí, pero con un límite en la cantidad y eficiencia en la gestión.


¿Es una observación de la demonizada escuela de Chicago?


Cierta izquierda, es cierto, nos anatemizó sin leernos, pero soy amigo de Roger Myerson, de Becker y de otros premios Nobel de mi departamento y le aseguro que les preocupa tanto crear crecimiento como repartirlo. Y, por cierto, como presidente de la universidad, firmé el contrato del profesor Obama y compartí despacho con Michelle.


Pagaría por oír sus discusiones.


Valen la pena: tenemos 24 profesores - cinco Nobel en activo-, pero el mejor premio son nuestros debates...

lunes, 7 de junio de 2010

"Para subsistir, la gente está creando economías paralelas"

Julio Gisbert Quero, experto en alternativas a la economía del empleo

IMA SANCHÍS  - 07/06/2010

Tengo 44 años. Nací y vivo en Madrid. Estoy separado y tengo una hija. Soy informático y trabajo en una caja de ahorros desde hace 20 años. Creo en otra economía complementaria. No me adscribo a ninguna religión, pero colaboro con una asociación de diálogo interreligioso.

¿Se puede vivir sin empleo?
Sí, más allá de la economía formal existen opciones, y hoy la crisis obliga. En muchos países la gente se ha organizado y ha creado otras economías paralelas para poder subsistir dignamente.

Es una muy buena noticia.

La moneda social ya está trabajando en España. Consiste en una moneda que crea un colectivo en una zona geográfica concreta y que se utiliza como unidad de intercambio.

¿Imprimen un papel y le dan nombre?

 
Sí, y con él puedes intercambiar productos y servicios. Lo más normal es que se equipare a la moneda nacional. En Tarragona, por ejemplo, tienen el eco.

Pero si no tienes euros no tienes ecos.

 
La gente puede empezar a funcionar con un saldo a crédito. En cuanto hace un servicio a alguien ya está generando riqueza. Dentro de ese colectivo intercambian habilidades.

¿Por ejemplo?

Si tú sabes inglés, ofreces al colectivo esa habilidad. El colectivo te pagará en ecos o en otros servicios. En Argentina, cuando el gobierno bloqueó las cuentas y la gente se quedó sin dinero, crearon el arbolito, un billete de trueque, un mercado paralelo que permitía trabajar dentro de estas redes que rescataron de la miseria a más de dos millones de personas.

¿Todo empezó con las redes de trueque?

Sí, que derivaron en los bancos de tiempo: al recibir un producto o un servicio, el débito no era entre tú y yo, se gestionaba a través de la comunidad.

Mi débito se lo puedo pagar a otro.

Exacto, si yo te arreglo la bicicleta, me vas a pagar en horas, que ingresaré en mi cuenta del banco de tiempo. Si necesito que alguien me cuide a los niños una hora, extenderé un cheque de una hora a esa persona.

Bonita alternativa.

Los bancos de tiempo hacen una gran labor social, provocan que la gente se conozca y favorecen la autoestima, el "sirvo para algo", que para un parado es esencial. En España hay unos 160 bancos de tiempo.

Hay bancos de tiempo escolares.

Sí, participan también profesores y padres. Pero sobre todo va orientado al apoyo entre los niños: un chaval consigue crédito dando clases a los pequeños para obtener un ordenador reciclado, por ejemplo. La divisa es la hora, y pueden incluirse objetos valorados en esa divisa. Y existen cuentas familiares: los créditos que generan unos pueden gastarlos otros. Una buena herramienta.

¿Estamos saliendo del individualismo?
Tímidamente, porque la publicidad e incluso la educación siguen promocionándolo. Es curioso, pero los catedráticos de economía no conocen estas iniciativas o no les dan importancia. Sin embargo, la moneda social no deja de ser un fenómeno económico como cualquier otro.

¿Cuál es el problema?

El sistema está tan estandarizado, tan esquematizado, que parece que sea imposible sacar un pie de ahí. Pero en estos momentos de crisis urge la creatividad.

¿La moneda social puede ir más allá de la crisis?

Sí, existen colectivos que se organizan en centrales de compra y se abastecen directamente de los agricultores, normalmente de productos ecológicos; el resultado es tan satisfactorio que no desaparecerán. Y esa divisa local no se mueve de la región donde tiene valor, con lo cual se promueve la economía local.

¿Y cómo opera un banco comunitario?
Por ejemplo, los palmares, del barrio de Palmares, en Fortaleza, Brasil, empezaron a circular y a crear riqueza local. Eran tan utilizados que se oficializaron a través de un banco. La gente podía vivir de esa segunda economía, incluso alquilar vivienda.

¿Y el Estado se mantuvo al margen?

El Banco de Brasil decidió permitir esas monedas siempre que se mantuviera la paridad con la moneda oficial. De esa forma, si Hacienda decide obtener beneficios de esa economía, podrá hacerlo fácilmente.

Siempre tienen que meter la patita.

Sí, la sociedad ha conseguido que gente que estaría ahora desempleada esté trabajando, que el barrio se haya enriquecido, y sin embargo el Estado ya está pensando en fiscalizarla. A mí también me parece fatal.

Hábleme de Europa.

En Alemania hay 60 experiencias de monedas sociales, tienen tanto auge que han creado una confederación de estas monedas. Pretenden crear una divisa regional, es el primer intento europeo. Y su lucha, por supuesto, es que estén exentas de fiscalidad.

¿Qué otras alternativas hay?

La ayuda mutua es el más allá de esta economía alternativa. Tú facilitas al grupo tu conocimiento, y se entiende que también puedes recibirlo. Los bancos de conocimiento operan a través de internet.

¿Cuál es su ejemplo más inspirador?

Desde mi perspectiva bancaria, que el primer banco de Suiza de pymes opere con la moneda social. Un modelo de éxito que se inició tras el crac del 1929 y que ha pervivido. Empresas que se han quedado sin efectivo, pero con existencias, intercambian los productos. Resulta una buena solución para la falta de crédito a las pymes.

Entonces, de antisistema, nada.

En absoluto, se trata de poder trabajar y vivir. Es la base social la que está creando, imaginando y sugiriendo cosas nuevas.

 

miércoles, 26 de mayo de 2010

PARA AHORRAR, VAYA A COMPRAR SIN HAMBRE, SIN SUEÑO Y SIN NIÑOS

Martin Lindstrom, pionero del neuromarketing; autor de ´Buyology´
 

Tengo 41 años: a los 11 fui el investigador de mercado más joven de juguetes Lego. Nací en la campiña danesa y vivo entre Australia y Japón. Si tienes religión, vives más: yo soy espiritual sin jerarcas. Invierto en tres cuentas: la financiera, la del conocimiento y mi marca personal

Deme un consejito para ahorrar, que falta hace.

No repita nunca la misma ruta en el supermercado.

Ya me dirá por qué.

Observe a su pareja o a un amigo comprando: un día déjele que haga su ruta de siempre y guarde la factura. Al siguiente día de compra, oblíguele a que siga un recorrido totalmente diferente en el supermercado y verá cómo al final ese día se gasta un 20 por ciento menos.

¿La rutina sale cara?

Porque cuando compra por costumbre pone usted en marcha su piloto automático mental, que le hace gastar sin reparar ni en la cantidad ni en la necesidad: la misma leche de cada compra, los cereales de cada compra, las bebidas de cada compra... Si, en cambio, le obligan a cambiar de ruta y rutina, gastará menos al ser más consciente.

Cada día tomaré un pasillo diferente.

Evite los gestos automáticos: el 80 por ciento de los supermercados lo saben y por eso marcan rutas contrarias al sentido de las agujas del reloj. Si va usted en el mismo sentido que el reloj, verá como gasta menos.

Y a cada paso, ahorraré un centimito.
Evite que el instinto decida por usted, porque es ese instinto el que explotamos los expertos en neuromarketing. Le repetiré el consabido consejo de no ir nunca a comprar hambriento: vaya bien comido, porque cuando va con hambre al súper, gasta más de lo necesario y no sólo en comida: el hambre le puede hacer comprar cualquier tontería que no necesita en realidad.

El apetito siempre es comprador.

¡Y déjese a los niños en casa!

Pero si les encanta comprar.

Por eso mismo. Son habilísimos explotadores de su complejo de culpa parental. Saben que las madres - y más las trabajadoras-siempre temen no dedicar a sus hijos el tiempo que merecen. Así que los niños desarrollan hábiles estrategias para explotar ese sentimiento de culpa y hacer comprar a los papás según su capricho.

¡Pequeños abusamamás!

Le pedirán el juguete, el helado, el capricho y luego le prometerán limpiar su habitación a cambio; después le dirán que "mamá - o papá-se lo hubiera comprado" y luego meterán el capricho en el carrito a escondidas hasta que usted lo descubra ya en la caja y le dé vergüenza ir a devolverlo ante la cajera. Con niños, gastará un 30 por ciento más.

Por eso te animan a la compra familiar.

Cuanto más racionales creemos ser, más irracionalmente actuamos. Sobre todo comprando. En un experimento, pusimos pescado congelado en un súper y nadie lo quiso. Pusimos el mismo pescado congelado entre bloques de hielo y se vendió en pocas horas y además un 20 por ciento más caro.

Eso roza el engaño.

Nadie dijo nunca que ese pescado fuera fresco. Lo decidió su instinto: esa caja negra de su cerebro que motiva el 85 por ciento de las decisiones de compra. Donde se detiene el raciocinio, empieza el consumo: es el salto del marcador semántico de Damasio.

Damasio lo dijo aquí: es lo que nos hace correr al ver rayas, aunque no haya tigre.

Y acumular aunque no necesitemos nada. Pusimos en venta una pila de botes de sopa a 1 euro y nadie las quiso. Las pusimos de nuevo a 1,50 al día siguiente con un cartel "Oferta especial: sólo cinco latas por comprador". Y se agotaron en una tarde.

Con tal de que no se las lleve otro...

Es el principio de la escasez. Hemos pasado mucha hambre como especie y hemos competido siempre por los recursos: los humanos somos ante todo tacaños. Y ese principio funciona para vender el iPad, iPhone o el Harry Potter.Se trata de motivarte a comprar para ser el primero. Y si se apela a los sentidos en vez del cerebro, mejor.

¿Cómo?

Pusimos en venta un cinturón muy caro, igualito que otros baratos, pero perfumado, y se vendió, aunque el comprador no sabía por qué lo había comprado. Colocamos vinos franceses y alemanes, y se vendían cuando sonaba la música alemana o francesa.

¿Tampoco sabían por qué compraban?

No eran conscientes. Todo lo determina el contexto. Pusimos actores guapos y estilosos un día entero a comprar en un súper barato y subimos los precios un 20 por ciento y, pese al precio, subieron las ventas. Si quiere vender un polo normalito por 200 euros, póngalo entre uno de 1.000 y otro de 100.

Ese es el frame de Lakoff.

El contexto decide por usted. Hemos colocado electrodos en los compradores para ver qué áreas cerebrales activan al comprar.

¿Y...?

Una señora activaba la del miedo y no sabíamos por qué. Ella tampoco. Filmamos cómo cogía y dejaba mercancías sin motivo. Y siempre elegía las del fondo del estante.

Ya estoy intrigado.

Por fin, dedujimos que la señora estaba aterrada por la posibilidad de que otro comprador le contagiara algún virus y obraba, sin saberlo, en consecuencia.

Hay gente para todo.

Son muchos los compradores que deciden por fobias y filias que ellos mismos desconocen. Analizamos por qué las señoras que compran leche maternal activan su área mental del afecto y luego la de la jerarquía.

Lo del afecto, vale, pero ¿la jerarquía?

Somos primates obedientes. En los botes hay consejos de la autoridad sanitaria: y las mamás obedecen y compran.

 

sábado, 15 de mayo de 2010

LA ENFERMEDAD FORMA PARTE DE TÍ


Tengo 61 años y nací en Montreal (Canadá). Fui médico y hoy soy Ghislaine Lactot médico del alma. Me he divorciado dos veces y tengo cuatro hijos (de 37 a 28 años) y cuatro nietos. ¿Política? ¡Soberanía individual! Cree en ti: eres divino y lo has olvidado. La medicina actual fomenta la enfermedad, no la salud: lo denuncio en mi libro “La mafia médica”.
Estoy griposo, ¿qué me receta?
–Nada.
¿Ni un poquito de Frenadol?
-¿Para qué? ¿Para tapar síntomas? No. ¡Atienda a sus síntomas, escúchese! Y su alma le dará la receta.
Pero, ¿me meto en la cama o no?
–Pregúnteselo usted mismo, y haga lo que crea que le conviene más. ¡Crea en usted!
¡A los virus les da igual lo que yo crea!
–Ah, ya veo: elige usted el papel de víctima. Su actitud es: “He pillado una gripe. Soy víctima de un virus. ¡Necesito medicinas!”.
Pues sí, como todos...
–Pues allá usted... Mi actitud sería: “Me he regalado una gripe. ¡Soy la única responsable! Debo cuidarme un poco”. Y me metería en cama, reposaría, me relajaría, meditaría en cómo me he maltratado últimamente...
¿Se ha “regalado” una gripe, dice?
–¡Sí! Tu enfermedad viene de ti, no viene de fuera. La enfermedad es un regalo que tú te haces para encontrarte contigo mismo.
Pero nadie desea una enfermedad...
–Tu enfermedad refleja una desarmonía interior, en tu alma. Tu enfermedad es tu aliada, te señala que mires en tu alma, a ver qué te sucede. ¡Dale las gracias: te brinda la ocasión de hacer las paces contigo mismo!
Quizá sea más práctica una pastillita...
–¿Hacer la guerra a la enfermedad? Eso propone la medicina actual, y las guerras matan, traen siempre muertes.
No me dirá ahora que la medicina mata...
–¡Un tercio de las personas hospitalizadas lo son por efectos medicamentosos! En Estados Unidos, 700.000 personas mueren al año a causa de efectos secundarios de medicamentos y de tratamientos hospitalarios.
Morirían igual sin medicamentos, oiga.
–No. No si cambiamos el enfoque: la medicina actual ha olvidado la salud, ¡es una medicina de enfermedad y de muerte! No es una medicina de salud y de vida.
¿Medicina de enfermedad? Acláremelo...
–En la antigua China, un acupuntor era despedido si su paciente enfermaba. O sea, ¡el médico cuidaba de la salud! ¿Ve? Toda nuestra medicina es, pues, el fracaso total.
Prefiere medicinas alternativas, pues...
–Respetan más el organismo que la medicina industrial, desde luego: homeopatía (¡será la medicina del siglo XXI!)acupuntura,fitoterapia,reflexoterapia, masoterapia...la practica del yoga..la meditacion .. Son más baratas... y menos peligrosas.
Pero no te salvan de un cáncer.
–¡Dígale eso a la medicina convencional! ¿Te salva ella de un cáncer?
Puede hacerlo, sí.
–Lo que hará seguro es envenenarte con cócteles químicos, quemarte con radiaciones, mutilarte con extirpaciones...
¡Y, encima, cada día aparecen más cánceres! ¿Por qué? Porque la gente vive olvidando su alma (que es divina): la paz de tu alma será tu salud, porque tu cuerpo es el reflejo material de tu alma. Si te reencuentras con tu alma, si la pacificas..., ¡no habrá cáncer!
Palabras bonitas, pero si un hijo suyo tuviese un cáncer, ¿qué haría usted?
–Alimentaría su fe en sí mismo: eso fortalece el sistema inmunitario, lo que aleja al cáncer. ¡El miedo es el peor enemigo! El miedo mina tus autodefensas. ¡Nada de miedo, nada de sumisión al cáncer! Tranquilidad, convicción, delicadeza, terapias suaves...
Perdone, pero lo más sensato es acudir a un oncólogo, a un médico especialista.
–La medicina convencional debiera ser sólo un último recurso, y muy extremo... Y si tu alma está en paz, eso jamás te hará falta.
Bien, pues tengamos el alma pacificada... pero, por si acaso, pongámonos vacunas.
–¡No! Las fabrican con células ováricas de hámster cancerizadas para multiplicarlas y cultivarlas en un suero de ternera estabilizado con aluminio (eso la de la hepatitis B, con su virus): ¿inyectaría usted eso a sus hijos?
Les he hecho inyectar ya varias...
–Y yo a los míos: fui médico, y por entonces no sabía aún todo lo que hoy sé... ¡Pero hoy mis hijos no vacunan ya a sus hijos!
Yo creo que seguiré vacunándolos...
–¿Por qué? La medicina actual mata moscas a martillazos: no siempre muere la mosca, pero siempre rompe la mesa de cristal. Son tantos los dañinos efectos secundarios...
¿Por qué abominó usted de la medicina?
–Yo me hice médico para ayudar. Me dediqué a la flebología, a las varices. Llegué a tener varias clínicas. Pero fui dándome cuenta del poder mafioso de la industria médica, que atenta contra nuestra salud, ¡que vive a costa de que estemos enfermos! Lo denuncié... y me echaron del Colegio de Médicos.
O sea, ya no puede usted recetar...
–¡Mejor! Los medicamentos están fabricados pensando en la lógica industrial del máximo beneficio económico, y no pensando en nuestra salud. Al revés: si estamos enfermos, ¡la mafia médica sigue ganando dinero!
¿Y a quiénes tilda de “mafia médica”?
–A la Organización Mundial de la Salud (OMS), a las multinacionales farmacéuticas que la financian, a los gobiernos obedientes, a hospitales y a médicos (muchos por ignorancia)... ¿Y qué hay detrás? ¡El dinero!
No escoge usted enemigos pequeños...
–Lo sé, pero si me hubiera callado, hubiese enfermado y hoy estaría ya muerta.
¿Cuál ha sido su última enfermedad?
–Hace dos días, ja, ja... ¡una diarrea!
Vaya: ¿qué reflejaba eso de su alma?
–Oh, no sé, no lo he analizado... Me he limitado a no comer... ¡y ya me siento bien!
Pero se pasa mal, ¿eh...?
–Ja, ja... Si la enfermedad te visita, ¡acógela, abrázala! ¡Haz la paz con ella! No salgas corriendo como loco en busca de un médico, de un salvador... Tu salvador vive dentro de ti. Tu salvador eres tú. ¡Tú eres Dios!
"Los hombres olvidan siempre que la felicidad humana es una disposición de la mente y no una condición de las circunstancias."
John Lodke


La mente es como un paracaidas , funciona cuando esta abierta