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martes, 20 de julio de 2010

¡HOLA JULIA!

Llevaba mucho tiempo sin escribirte, lo cual no quiere decir que no haya pasado ni un solo día sin pensar en ti.
Era sobre las dos y media de la madrugada del 18 de julio 2005, cuando te abriste camino hacia la vida. No lloraste y todo fueron prisas. Apenas pudimos ni verte que, los médicos ya te cogieron y empezaron a pelear por tu vida, mientras intentaban, torpemente tranquilizarnos.
El tiempo que siempre es relativo, lo fue mas que nunca esa noche. No se como cuantificar el rato transcurrido hasta que una doctora me decía que no estabas bien. Que tu cuerpecito se estaba rebelando contra si mismo. No puedo medir el tiempo que estuve con las piernas quebradas hasta que pude levantarme. Me cargué de fuerzas para mentir a tu madre y decirle que tranquila, que no pasaba nada, que pronto estarías con nosotros.
¿Te acuerdas cuando te vimos por primera vez?. Sabes Julia, eras tan parecida a mi … Tu pelo negro y ondulado, tu piel tan blanca. Tan grande toda tú. Pero, sabes, lo primero que recuerdo de ti, lo primero que vimos, fueron tus pies. Iguales a los míos, anchos y de dedos gordos, solo que un tamaño muy pequeño. Ya ves en que cosas se fijó tu padre. Ni todos lo tubos que te envolvían, podían esconder la belleza de tu rostro, era como ver el mió pero reconvirtiendo todos mis defectos en hermosas virtudes.
No podíamos estar mucho rato contigo, ya sabes que las normas son las normas, y mas en un lugar donde hay niños que están luchando por sus vidas. Pero siempre que nos lo permitían, estábamos a tu lado. Te besábamos con todo el cariño que era tan nuevo, como tu mirada cuando podías abrir tus ojos.
Te decía, acurrucando mi boca a tu oreja: “ Lucha Julia, no te rindas. Lucha.
Y tú abrías los ojos y nos mirabas y se, que lo intentabas con todas tus fuerzas. No lloraste ni una sola vez. Se que no querías que recordáramos eso de ti. Te pido perdón hija, por todas esas veces que te pedí que lucharas. Se que fui muy egoísta. Solo pensaba en lo mucho que te amaba yo y lo tanto que te necesitaba tu mamá. No tuve en cuenta, cuanto te costaba, pero tienes que entenderme Julia, los doctores no se rendían y de sus silencios nosotros paríamos la esperanza de que los milagros podían pasar. Pero no.
Recuerdo cuando la doctora nos dijo que no podían hacer nada mas, que ahora, nos tocaba decidir a nosotros hasta donde queríamos llegar. Me acerqué para besarte y, te pedí que no lucharas mas: “ No luches mas cariño. Ya está. Te dejamos ir”.
Recuerdo tus increíbles ojos negros, con el brillo de la comprensión, dándonos las gracias por darte el permiso. Si ya se que pensaran que es una locura, pero tu sabes que fue así.
Cuando los médicos fueron quitándote todas las agujas y tubos de tu cuerpecito, nosotros llorábamos todas las lágrimas que tu no quisiste derramar. Como ahora mientras te escribo esta carta.
Fue tan grande poder cogerte por primera vez entre mis brazos, sentir el peso de tu cuerpo, el tacto de tu pelo en mi brazo, el calor de tu piel tan blanca y, poder abrazarte. Te entregué a tu mamá, no porque no quisiera tenerte mas rato, sino por que ella quería acurrucarte en su pecho y sentirte como lo había echo durante los nueve meses anteriores en los que su mundo eras tú. Solo deseo que notaras todo el amor que sentíamos por ti, que no te sintieras sola, mientras te despedías de nosotros sin llorar. Y espero que hasta cuando te recogieron de nuestros brazos, siguieras sintiendo que nos íbamos contigo.
Ya te digo que el tiempo es muy relativo. Y esas 47 horas que nos regalaste es toda una vida que nos sirvió para seguir con la nuestra. Creo que, mejor dicho, se, que si no nos derrumbamos fue porque nos enseñaste que éramos capaces de hacer algo hermoso y podíamos repetirlo. Y lo hicimos.
Ahora, ya ves, tienes un hermano. Se llama Fran y no se parece en nada a ti, a sido considerado hasta es eso. Ya sabes que le hablamos de ti, y cuando sea mayor te conocerá a través de nosotros y te querrá como la hermana mayor que siempre serás.
Bueno Julia, te dejo esta carta aquí, para que la leas cuando quieras y espero, que no te sepa mal que la puedan leer esta gente tan maravillosa que hay por aquí, y que tanto ayudan a soportar soledades y ausencias.
Otro día ya te hablare de cómo me va la vida, no sonrías, ya se que lo sabes todo, pero bueno … Me gustaría contártelo.
Feliz cumpleaños, mi niña.
Un beso Julia de tu mamá, de tu hermano y de mi. Tu papá.
David.



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