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lunes, 22 de noviembre de 2010

FUMADORES CON MALOS HUMOS

Conforme se acerca la fecha de aplicación de “La ley antitabaco”, se alzan cada vez más fuerte las voces en su contra. Se habla de acoso a los fumadores, de ley dictatorial, de coto a la libertad personal, pero la ley que entraré en vigor el próximo año ya se aplica en la mayoría de los países europeos con resultados muy positivos.
Nadie impide a un fumador, quemar tres paquetes diarios y destrozarse los pulmones, lo que esta ley pretende, es proteger a los no fumadores (actualmente mayoría) y a los trabajadores de hostelería de los graves afectos que acarrea ser fumador pasivo.
Si yo paso por delante de su mesa en un restaurante, y me alivio con un oloroso cuesco, Ud. me tachará con toda razón de mal educado e incívico, y sin embargo cualquier fumador, puede apestarme la ropa, intoxicarme los pulmones y amargarme el sabor de los platos sin que nadie le diga nada en absoluto.
Fumar en sitios cerrados en los que hay niños, personas con problemas de alergia o sencillamente, no fumadores, es una falta de respeto hacia los demás, y una muestra más del egoísmo que impera en nuestra sociedad.
Cuando se promulgó la prohibición de fumar en los centros de trabajo, los fumadores pusieron el grito en el cielo, en la actualidad, miles de ellos están agradecidos, porque gracias a esa ley han reducido drásticamente su consumo, o incluso lo han dejado totalmente.
Hay quienes comparan esta ley con la ley seca, pero hay enormes diferencias, esta ley no prohíbe el consumo de tabaco, lo regula para que no se fume en sitios públicos, nadie le impedirá fumar en la calle o en su propia casa. El consumo de alcohol perjudica exclusivamente al que lo ingiere a no ser que se convierta en alcohólico, pero el humo de un cigarrillo, afecta a decenas de persona en un espacio cerrado, que tienen el derecho a no tragarse sus malos humos.
¡Ah! y que conste que yo fumo en pipa, pero jamás se me ocurriría encenderla en la sobremesa se un restaurante, o en la mesita de un bar. Si exigimos respeto, debemos aprender a respetar.
Juanmaromo

domingo, 14 de noviembre de 2010

¿A QUIEN LE IMPORTA EL PRÓJIMO?

Bebé
El pasado jueves entré en un pequeño restaurante y, mientras me servían el primer plato, me fijé en que la camarera tenía una barriga levemente abultada. Podría haber sido un exceso de cerveza o embutido, pero no, aquel vientre venía con otro ser dentro. Cuando levanté la cabeza me imaginé un rostro sonriente, repleto de felicidad por llevar una nueva vida en su interior, pero me encontré todo lo contrario.
Aquel rostro reflejaba tristeza y, sobre todo, resignación. Durante unos minutos estuve dándole vueltas a la cabeza, imaginando que aquel semblante triste se debía al exceso de trabajo o al defecto de sueño, o quizás a alguna pequeña discusión, o a problemas familiares… Finalmente la respuesta me llegó cuando levanté la cabeza y miré hacia el techo. Allí sólo había humo.
Fue entonces cuando pensé que a aquella mujer le tocaba estar allí más de cinco horas seguidas; le tocaba estar trabajando sabiendo que todo aquello iba directo hacia esa pequeña vida que nacía -entre brumas- en su cuerpo; le tocaba vivir entre tipos y tipas que la ignoraban como madre y sobre todo como persona.
Pensé también que, quizás, aquella mujer ni siquiera había intentado quejarse a su jefe porque, seguramente, éste le hubiese contestado que si no le gustaba el trabajo, allí, al fondo, entre la niebla, estaba la puerta; quizás ella había hablado con su marido y ahora no estaban las cosas para quedarse en el paro; quizás tenían más bocas que alimentar; quizás su sueldo era el único que llegaba a casa…
Me di cuenta de que yo -no fumador- tenía la opción de entrar o no en aquel bar, tenía la opción de comer allí o largarme a un parque con un bocadillo, tenía la libertad de buscar cualquier otra opción… yo sí, pero ella no.
Aquel día, tras de mí, una mujer encadenaba los cigarros como si fueran pipas; en el fondo un grupo de cinco tipos fumaba y reía sin parar; a mi izquierda un hombre de edad se tomaba el café mientras encendía el enésimo pitillo. A ninguno de ellos le importaba lo más mínimo que allí hubiesen personas que, como yo o aquella camarera, preferían no fumar.
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P.D.: Para encabezar este artículo estuve buscando fotografías de recién nacidos con secuelas producidas por el tabaco, pero las imágenes eran tan tristes que decidí no ponerlas. Decidí en su lugar incluir la fotografía de un bebé de unos ocho meses, un bebé sano que en breve formará parte de nuestra sociedad.
Afortunadamente, cuando él o ella nazca, ya habrá una ley que nos obligue a respetarnos los unos a los otros. Es lamentable, pero el ser humano es así: hacen falta leyes para regular nuestro comportamiento pues con apelar al respeto nunca es suficiente.

http://www.terceraopinion.net/2010/11/14/a-quien-le-importa-el-projimo/