miércoles, 9 de mayo de 2018

POZO SIN FONDO



Es la escalera de descenso al vacío ¿o debería decir a los infiernos?  Peldaño a peldaño vas dejando la superficie, la luz, las alegrías,  y te vas sumergiendo en un universo frio y tenebroso  del que es muy difícil salir. Primero dejas atrás los caprichos, esas tapitas en la terraza, esa pipa fumada mientras escuchas un blues, ese libro deshojado en la butaca. En el siguiente peldaño te desprendes de esa ilusión que te hacia el fin de semana, las salidas al campo, los domingos en la playa. Poco a poco deja de interesarte el cine, aquellas películas clásicas que antes te absorbían ahora te parecen insoportables, hasta la música suena en tus oídos como un ruido de fondo.
Paso a paso te rodeas de oscuridad y los fantasmas te asedian, te aferras a la rutina como un náufrago, pero las olas de pánico te arrastran hacia los acantilados de afiladas rocas mientras nadas desesperadamente para alcanzar la playa. En este descenso vas dejando atrás amigos, familia incluso a tu pareja porque nadie puede acompañarte en ese viaje, cada paso hacia el fondo es una palada que clavas en tu propia tumba.
Un día abres los ojos y no ves nada, intentas levantarte pero el cuerpo se revela y te quedas hundido en el fondo del pozo sin luz sin aire y sin esperanzas, nada ni nadie puede ayudarte porque estas solo dentro de ti mismo,  porque el infierno, no es un lugar, es un estado de ánimo.  Es el momento clave, o te levantas y emprendes la escalada, o te pudres en tus propios miedos, hay que clavar las uñas en la paredes, despellejarte las rodillas contra las piedras y desandar el camino, los peldaños han desaparecido y solo queda una débil luz en el zenit de la trampa, el cuerpo no te obedece y el alma arroja la toalla, pero echas el resto y desafías a la vida de farol mirándole a la cara, cuando asomas la cabeza a la superficie la luz te ciega, los oídos te zumban y los esfínteres se abren. Te abandonas sobre la hierba empapado de sangre y de  orines, pero la luz del sol te acaricia de nuevo, cierras los ojos, pero esta vez la paz te arrulla entre sus brazos, has nacido de nuevo, nada ni nadie volverá a sumirte en  las tinieblas.

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