viernes, 8 de abril de 2011

COSAS QUE NO SE PUEDEN RECORTAR

Najat El Hachmi Escriptora

En Un abuelo made in Spain, Paco Martínez Soria se sube por primera vez a un avión y cada vez que dan la señal de abrocharse el cinturón él va estrechándose el suyo hasta que ya no le quedan más agujeros y se queda al borde de la apnea. Afortunadamente para él, pasa una azafata y le dice que el cinturón del que hablan es el del avión y no el suyo. 

En estos días de estrecheces económicas, somos unos cuantos los que todavía no sabemos si el cinturón que vamos ajustando es el nuestro o el de la máquina donde nos hemos subido. Dicen que las dos cosas van ligadas, pero yo no acabo de verlo demasiado claro. Por si acaso y como provisión de fondo para los tiempos que empiezan y los que vendrán, me he confeccionado una lista de cosas imposibles de recortar.
Que sé que a determinados sectores de este país no les va servir de consuelo, pero es para no perder la esperanza. El mar, el sexo, el amor, los paisajes, las abuelas paseando por el Eixample, los torneos de petanca, bailar, bailar bajo la lluvia, tomar el sol, bailar bajo la lluvia desnudos después de tomar el sol, amar, sonreír, acariciar, sentir compasión por el sufrimiento del otro, hacer algo para que el sufrimiento del otro sea más soportable, descubrir nuevos caminos vitales, leer, las bibliotecas, los perros de los otros que vienen a buscarte para lamerte, tomar un café con un amigo (bien, esto vale más de un euro, pero siempre podemos hacerlo en casa). 
Son cosas que durante años habíamos despreciado llevados por la desazón angustiosa de tener cada vez más, de barrer las estanterías de los centros comerciales los sábados de tardes de escaleras mecánicas, de planificar vacaciones a crédito y competir para adquirir lo último de lo último antes que nadie. 
Qué tiempos más nebulosos aquellos. Ahora que la fiebre se ha calmado solo pediríamos tener lo mínimo necesario para cubrir necesidades básicas y hacer todas las cosas gratis con la intensidad que da saberlas temporales.

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