jueves, 21 de octubre de 2010

Maldito paréntesis


En estos momentos de (in)certidumbres, nada de lo que se está dando en el país nos lleva a la alegría. Tenemos una triste losa que dejará su lastre por años. Los (pre)parados, jóvenes jubilosa y tristemente graduados, deambulan con sus currículos por internet, tocando de puerta en puerta como mendigos, en la búsqueda de un trabajo que les dé la oportunidad de aplicar todo para lo que se prepararon. "Tenéis que estudiar para ser alguien en la vida". Era la retahíla que los impulsaba. Y estudiaron, se quemaron las pestañas, se graduaron con honores, -con el sacrificio de los padres y la impetuosa voluntad de alcanzar y llegar-, pero nadie contaba con la (in)competencia de los que nos conducen. En esta España encrisada, enquistada en un nudo gordiano, ¿qué alternativas tiene esta generación tan maravillosamente preparada para deambular en esta nada? ¿Qué podemos hacer con tantos abogados, economistas, arquitectos, administradores, diseñadores, profesores? Ayer leí que los niños ya hablan del antes y el después. El antes, que llevaba a tener la ilusión de aprender y potenciar los dones para ofrecerlos y compartirlos con la sociedad, y el después, que es una autopista sin destino. Se ha llegado hasta a tener que mentir en los currículos, reducirlos, banalizarlos, para coger lo que sea con tal de tener un sueldo. Desgraciadamente, el que manda y el que quiere mandar son (in)servibles.
Ángela Becerra

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