viernes, 23 de noviembre de 2007

LA BRUJA Y EL CABALLERO


El joven rey Arturo fue sorprendido y apresado por el monarca del reino vecino mientras cazaba furtivamente en sus bosques. El rey pudo haberlo matado en el acto, pues tal era el castigo para quienes violaban las leyes de la propiedad, pero se conmovió ante la juventud y la simpatía de Arturo y le ofreció la libertad, siempre y cuando en el plazo de un año hallara la respuesta a una pregunta. La pregunta era: ¿Qué quiere realmente la mujer?.

Semejante pregunta dejaría perplejo hasta al hombre más sabio y al joven Arturo le pareció imposible contestarla. Con todo, aquello era mejor que morir ahorcado, de modo que regreso a su reino y empezó interrogar a la gente. A la princesa, a la reina, a los monjes, a los sabios y al bufón de la corte... en suma, a todos pero nadie le pudo dar una respuesta convincente. Eso sí, todos le aconsejaron que consultara a la vieja bruja, pues sólo ella sabría la respuesta. El precio sería alto, ya que la vieja bruja era famosa en todo el reino por el precio exorbitante que cobraba por sus servicios.

Llegó el último día del año convenido y Arturo no tuvo más remedio que consultar a la hechicera. Ella accedió a darle una respuesta satisfactoria con la condición de que primero aceptara el precio: ¡ella quería casarse con Gawain, el caballero mas noble de la Mesa Redonda y el mas íntimo amigo de Arturo! El joven Arturo la miró horrorizado: era jorobada, feísima, tenía un solo diente, despedía un hedor que daban náuseas, hacia ruidos obscenos... Nunca se había topado con una criatura tan repugnante. Se acobarda ante la perspectiva de pedirle a su amigo de toda la vida que asumiera por el esa carga terrible. No obstante, al enterarse del pacto propuesto, Gawain afirmó que no era un sacrificio excesivo a cambio de la vida de su amigo y la preservación de la Mesa Redonda.

Se anunció la boda y la vieja bruja, con su sabiduría infernal, dijo: ¡Lo que realmente quiere la mujer es... ser la soberana de su propia vida!

Todos supieron al instante que la hechicera había dicho una gran verdad y que el joven rey Arturo estaría a salvo. Así fue: al oír la respuesta, el monarca vecino le devolvió la libertad.

Pero menuda boda fue aquella,... asistió la corte en pleno y nadie se sintió más desgarrado entre el alivio y la angustia que el propio Arturo. Gawain se mostró cortes, gentil y respetuoso. La vieja bruja hizo gala de sus peores modales, engulló la comida directamente del plato sin usar los cubiertos, emitió ruidos y olores espantosos.

Y llegó la noche de bodas. Cuando Gawain, ya preparado para ir al lecho nupcial, aguardaba a que su esposa se reuniera con él,... ella apareció con el aspecto de la doncella más hermosa que un hombre desearía ver. Gawain quedó estupefacto y preguntó que había sucedido. La bruja respondió que, como había sido cortés con ella, la mitad del tiempo se presentaría con su aspecto horrible y la otra mitad con su aspecto atractivo. ¿Cuál prefería para el día y cual para la noche?

íQué pregunta más cruel! Gawain se apresuró a hacer cálculos... ¿quería tener durante el día a una joven adorable para exhibirla ante sus amigos y por las noches en la privacidad de su alcoba a una bruja espantosa o prefería tener de día a una bruja y a una joven hermosa en los momentos íntimos de su vida conyugal?

¿Ustedes qué hubieran preferido... qué hubieran elegido? La elección de Gawain está más abajo, pero antes de leerla tomen su decisión...



El noble Gawain replicó que la dejaría elegir por sí misma. Al oír esto, ella le anunció que sería una hermosa dama de día y de noche, porque él la había respetado y le había permitido ser dueña de su vida.

¿Cuál es la moraleja?

La moraleja es que no importa si la mujer es bonita o fea porque, en el fondo, siempre es una bruja.

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